sábado, 28 de febrero de 2009

Marzo

Acaba hoy febrero, mes corto del año, que no ha estado tan loco como le atribuye el refranero, aunque al final, como si le remordiera la conciencia, nos ha traído la lluvia que dibuja un escenario de irrealidad a nuestro alrededor. Lo dice Jesús Marchamalo: “Todo bajo la lluvia parece desdibujarse, como una acuarela, un paisaje impresionista en el que no somos más que trazos, pinceladas de colores apagados y romos”.

Cobrarás un día antes (y tocas madera, los datos de la crisis son tremendos, este túnel era más largo de lo que nos anunciaron), pero también pagarás un día antes… Me recuerda la explicación de una teórica de la mili. Ventajas del combate nocturno: el enemigo no te ve. Inconvenientes del combate nocturno: no ves al enemigo. Pues eso, febrero.

Y nos llega mañana un mes que comienza con resultados electorales en Galicia y País Vasco, que seguro que darán mucho de sí. Luego, un mes entero sin ningún día de fiesta, salvo para los escolares y docentes, que se encuentran un viernes de fiesta. Pero no te fíes. Sandor Márai, en las páginas de sus Diarios correspondientes a los últimos meses de su vida, anota que marzo es el mes de las revoluciones, de los laxantes y el pesimismo. Toma, remedio contra el pensamiento único, y a darle vueltas para descubrir por qué lo dirá. Los que andamos estos días peleando contra el polen del ciprés empezamos a comprenderlo, en medio de la torta que llevamos por culpa de la tiranía de los antihistamínicos.

Por cierto, y hablando de llevar torta, o estar empanados. M.A., un alumno de segundo de Bachillerato, me dijo el otro día que estaba aturdido. Mi felicitación, hacía tiempo que no oía esa palabra, y menos en boca de una persona de su edad. Se lo tengo dicho, llegará lejos. No por aturdido, sino por espabilado. Todos los años recomiendo en clase una visita al Museo Provincial de Teruel, sección forja, a ver el despabilador. No dejaré de agradecer al inefable F. que me recomendara esta visita un día.

Te dejo con Márai: “Marzo es un mes misterioso. El mes de las inundaciones, de las revoluciones. Incluso la vida individual sufre un movimiento, aunque obedece a una fuerza siniestra.”

Llueve. El día está gris. Al menos ya no inunda mi terraza el humo de la quema de rastrojos en la Vega. Algo es algo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

A cuarenta

Te lo diré. El sábado de la manifestación a favor de la Autopía A-40 me decidí a última hora, y eso que desde el principio había decidido participar, como he hecho siempre que se ha convocado a la ciudadanía (qué poco me gusta el uso que le estamos dando a la palabra últimamente).
Decidí bajar de casa sólo a última hora, digo, porque pasé por la plaza de la Catedral varias veces a lo largo de la mañana, y vi que el lugar se iba poblando de banderas, pegatinas y pancartas de partidos políticos y sindicatos, y me dio por pensar que la puesta en escena rompía la unidad de una convocatoria que se deseaba que fuera realmente ciudadana, sin etiquetas.
Me parece respetable que los partidos y los sindicatos se personen (otra palabra de moda) en las manifestaciones, y que otros se abstengan de hacerlo e incluso se sientan agredidos porque crean que “va” contra ellos, que también estuvieron, en su momento, quizá también les convino, que nos conocemos.
Te lo cuento porque me puse (daba el sol, lo reconozco) junto a la fuente, al lado de la carpintería, un poco al margen de los grupos que se iban organizando (si es que no venían ya organizados), y allí había más gente indecisa, que no sabía dónde ponerse, porque no deseaban ir con un grupo o con otro, así que hicimos como en la ofrenda del Pilar: los que no van en grupo organizado, salen al final, y despacico, a cuarenta.
Divide y vencerás, ya sabes.

lunes, 23 de febrero de 2009

A CADA UNO, LO SUYO

Hace un par de años (un par de veranos), harto de escuchar la misma sintonía por las noches en la calle de San Juan, envié una carta al Diario de Teruel titulada "Sol(feo) de verano". Comprenderás que en cuanto lo envié, me arrepentí, por ese miedo (iba a decir miedo inveterado, pero no tengo el diccionario a mano para comprobar si esa es la palabra que buscaba) que tenemos los turolenses a quejarnos. Tal vez por el qué dirán.
Pasados un par de días, ya sabes, los docentes tenemos muchas vacaciones (de esto tengo que escribir un día, tengo un manifiesto exculpatorio), andaba yo por Iglesuela del Cid, y recibí una llamada.. Era Juanjo Francisco, director del DdT, que me preguntaba quién era yo. Ah, un Esteban de los que conozco, dijo. El otro Esteban era Pepe (sí, lo echamos de menos, así de injusta es la vida), y el, otro Luis, que te provocará alguna sonrisa o algún pensamiento en su viñeta. De mi hermana aún no sabe, pero al tiempo, si le han de poner un día una prótesis de cadera. Y como vivimos en un lugar en el que la familia es un certificado de buena conducta (je, je), me dijo que iba a publicar la carta como tribuna de opinión.
Y nada, que me lancé (como el del chiste, "me he liado, me he liado": si ves a Manolete por las Cuatro Esquinas, que te lo cuente, es muy bueno), y me metió el gusanillo. Escribí tribunas (con santico, que así la gente te reconoce), primero sobre cosas de Teruel, y recuerdos de la infancia, un Teruel que nos robaron.Y no lo digo porque pase de los cuarenta (años, los kilos los sobrepasé ya cuando iba a las Navarretes).
Más adelante, Juanjo me propuso que escribiera un faldón, para los lunes, como si tal. Así nació El Alcabor. Ah, en ningún momento nadie me ha dicho sobre qué tenía que escribir. Y menos, en el periódico. Bueno, sólo una vez. Me iba a meter con lo mal que nos trata Zaragoza (era algo sobre el voleibol, que lo demás es opinable), y me aconsejaron que no fuera malo. Hasta hoy. Por eso, cuando hay mucho ruido en el vecindario (para mí, eso son los faldones, vecinos de una comunidad, donde quienes escriben, como quienes comparten escalera, viven su vida, y sólo tienen en común el espacio que ocupan, más o menos) tiendo a callar.
No sé si seguiré en el papel. Y a ti (dudo que leas estas líneas), que decías que todo esto era por lo largas que nos resultan las vacaciones a los docentes, te lo digo otra vez: no se quedó en las vacaciones. Se me olvidaba. Mi mejor tribuna de opinión me hizo llorar. Para que luego digas. A cada uno, lo suyo.