lunes, 31 de agosto de 2009

DESCONCIERTO


Empieza el curso dentro de unos días, no lo impedirán decisiones de última hora que aconsejen dejar a los escolares en casa, al precio de poner patas arriba la organización personal y familiar y de hacer temer que la gripe en serio – no me atrevo a recordar ahora al ministro de mi adolescencia que trivializaba sobre el síndrome del aceite de colza tóxico diciendo que se trataba de un bichito tan pequeño que si se cae se mata.
Sí, septiembre señala el regreso a la vida normal, hayas trabajado o no en agosto, te hayas alejado o no del entorno habitual. A la humanidad (Pérez Reverte, en su cruzada contra la corrección política me cruzaría la cara por no decir “a los humanos / a los hombres”: lo siento, trataba de apelar al interior de nuestro ser, sin afán de corrección, uso poco nombres abstractos asexuados o desgenerados y nombro con el género masculino plural por virtud de la historia de las lenguas romances, oiga que hablamos la lengua de Cervantes), decía, a los seres humanos, nos gusta contabilizar el tiempo y dotarlo de algo de superstición y fetichismo que de alguna manera nos ayuda a encontrar un sentido que sustituye al que antiguamente aportaba el ciclo de las estaciones, de las cosechas o el mismo santoral, ahora que ya hay naranjas todo el año y San Rafael ya no es el 24 de octubre. Pues bien, comenzamos el curso con muchos frentes abiertos, el camino es inseguro, hasta tal punto que andamos desconcertados: hemos perdido el concierto, la seguridad de que el orden, la composición en que vivíamos, se turba o se deshace, y no tenemos muy claro hacia dónde tirar.
El alcance de la gripe (ya nadie se fía de los políticos/gestores/optimistas o pesimistas según su posición en la vida pública), la verdadera dimensión de la crisis económica (y social, con el sistema educativo hecho unos zorros y una generación más desorientada que nunca, nadie cree en los JASP), el cambio climático, los desajustes aquí en España según en qué comunidad autónoma (mala relación de vecindario, como si en urgencias deseáramos saltarnos la cola según nuestro origen o nuestra renta, cuando ahí no se atiende ni siquiera por orden de llegada, sino en función de la gravedad del mal que padecemos…).
Día a día, ya lo sabes. De momento, observas el desconcierto y procuras no perder el paso. Y a ver por dónde tira este curso. Septiembre, uno de mis doce meses favoritos.

lunes, 24 de agosto de 2009

game over




No sé si será verdad que en agosto no pasa nada, pero el caso es que siguen apareciendo noticias, pocas de ellas buenas, y la política ha alcanzado voltaje de ruptura, así que no ha hecho falta alargar el culebrón de los fichajes de futbolistas para llegar al final de la temporada calurosa y seca que estamos viviendo, para regocijo de muchos y lamento constante de otros tantos que no encuentran el tiempo ideal. El caso es que el otro día recogí en el coche a un viejo conocido que andaba en plena solana a mediodía, contra su costumbre, y como por lo visto lo que yo le contaba carecía de interés (tampoco me sorprendió), se puso a hojear un periódico viejo olvidado en el asiento de atrás, con el mismo interés que si se tratara de un ejemplar del día. Toda una demostración de lo relajado y atemporal que puede ser el verano.
Pese al vacío ocioso, al volver de unos días de vacaciones, se da uno cuenta de que por mucho que haya creído desconectar, no ha hecho más que una pausa que no ha interferido en el funcionamiento del mundo que le rodea. Basta echar un vistazo a la prensa de los días en que nos creíamos haber salido de órbita. Paréntesis: los precios, en general, por ahí, andan desorbitados, no sé si lo de la crisis va en serio o no.
Y el regreso a la ciudad nos devuelve a lo que se repite cada año. Obras en pleno centro que hacen el acceso molesto a los habituales, imposible a quienes nos visitan y no saben interpretar este paisaje confuso, un carril del viaducto nuevo cortado que dificulta la circulación, las obras de las aceras del Ensanche, ruidos (acaso un concierto de rock en plena plaza del Seminario no sea lo mejor, habiendo como hay otros lugares que no molestan a nadie). En fin, el solfeo del verano del que ya hemos hablado tantas veces.
Vuelta de las vacaciones. Ah, por cierto, muy buenas. Desconectas del día a día, haces kilómetros, te cansas, hace calor, hay mucha gente en todos los sitios de interés que deseas visitar, añoras la vida ordinaria, pero muy bien. Hay que hacer una pausa, y no pretender que el mundo alrededor se pare también. Y no necesitas ir muy lejos, ni buscar destinos exóticos, ni pretender ser viajero en vez de simple turista. ¿Qué si he traído algo? Sí, esta vez algo de comer, que es lo que más te agradecen cuando vuelves. Y lo mejor, los que no te han echado de menos, buena señal.

viernes, 21 de agosto de 2009

gradas

Oído ayer por la tarde, en la Plaza del Seminario. Verdad de la buena, sin trampa ni cartón:


- Las entradas de sombra son gratis.


- Desconfíe de las invitaciones, si los asientos son numerados.


- Me he dejado en casa las gafas de lejos, deme una entrada de árbol


- Si las hojas le impiden ver el bosque...

- Quien a buen árbol se arrima...

- El centro de Teruel tiene cuatro árboles y encima molestan.

- Aún vendrá el municipal a multar a los que han puesto la grada.





lunes, 17 de agosto de 2009

LEO. ES VERANO


El verano nos tiene acostumbrados a (desear) buscar tiempo para leer, y no faltan recomendaciones para este tiempo de ocio (sí, quien lo tenga, ya sé), que parece que se ha de nutrir de esos libros que se nos han resistido durante lo que nuestra memoria aún anclada en el mundo escolar llama el curso, cuando las diversas tareas surgen y se amontonan hasta dar al traste con los propósitos que vamos haciendo en ocasiones señaladas.
El libro de moda o el sugerido en conversaciones intrascendentes que se alargan en cualquier rincón, lo que el amigo llamará un buen capazo, nos esperan, y hay quien se apunta a lo que cuenta Sandor Márai de un autor del XIX: no leía libros publicados hacía más de cincuenta años, el tiempo que se necesitaba entonces para que el contenido sedimentara en el libro. Para nota, ahora medimos el tiempo con otro rasero, seguro.
Un libro que aguanta en espera paciente es una buena elección, aunque uno puede acabar pensando que lee por obligación, si no es por orgullo. También se pueden ojear las listas sesudas de libros del verano, eso sí, con la sospecha de que quien las hace tal vez nos los ha leído todos, y se habrá dejado llevar por intereses de todo tipo (periódicos y revistas tienen dueños que tal vez también posean editoriales, así son las cosas).
Los docentes no nos cansamos de recomendar la lectura. Cuando nuestros alumnos se enfrentan al temible comentario de textos, les animamos a leer. ¿Libros? No es mala idea. La prensa deportiva también trae buenos textos y artículos de opinión, gran exponente de las virtudes (y miserias, muchas veces) de la escritura. Y las revistas de motos y coches, ni te cuento. El caso es encontrar algo que atraiga.
En verano, leo. Y me dejo llevar del azar a la hora de elegir. Un libro lleva a otro, seguro. Si hablamos de lo que leemos, nos hablarán de otros libros. Creo que lo dice Azorín en La isla sin aurora: "el azar nos trae lecturas insospechadas”.
Y nos hace recordar la pequeña historia que se esconde detrás del hecho de leer un libro concreto. A mí me pasó con Pequeño Caín, de Ignacio García-Valiño, a quien tuve la suerte de poderle contar brevemente, en una visita del autor a Teruel, mi experiencia de la lectura en cadena de su relato de las andanzas de un “perverso multiforme”, que desembocó en una historia que a él le pareció entrañable.

lunes, 10 de agosto de 2009

VAGABUNDO



Cuando preguntan por tu música favorita, tu autor preferido o la dedicación que mayor deleite te proporciona en tu tiempo libre, no sabes qué contestar. Simplemente necesitas ese mínimo tiempo para pensar, andas disperso, y las preguntas a bocajarro (como cuando te hacen encuestas telefónicas a las que respondes porque eres persona educada que rara vez cuelga el receptor de golpe) te pillan desprevenido.
Si me preguntan por mi deporte favorito: caminar. Un quehacer que se justifica entre las limitaciones físicas y la prescripción facultativa, quizá una excusa de la pereza que evita la prisa, el afán competitivo o la preocupación por alcanzar una meta..
Caminar sin rumbo. Vagar, que según venga del latín VACARE o VACARI será estar ocioso, o bien caminar sin rumbo, acepción que prefiero y a la que me refiero, aunque ésta algo tiene que ver con la primera por lo que supone de lentitud, pausa y sosiego.
Me viene a la cabeza un poema anglosajón de mis primeros días en el Colegio Universitario, que acababa entonces de perder los estudios de Geología en virtud de un de la eficacia y de la eficiencia, y que miraba siempre hacia la Diputación Provincial.
Un poema escrito en inglés antiguo, decía, The Wanderer, que traducíamos como El vagabundo. Manuel Górriz y su tesis sobre Edward Albee, María Dolores de Lengua, María Dolores de Literatura, Micaela y Leonard Cohen, Rafael Lorenzo y Ernst Cassirer recortado y pegado a modo de caleidoscopio sobre folios que dudaban de nuestra misma existencia, acaso fruto de nuestra imaginación, Pepe Castañé, maestro de la etimología capaz de relacionar TIGILUM con , sus escenas de la historia de Roma, siempre a lomos del Seat 133… Vicente y Joaquín, conserjes que daban puntualmente la hora, borraban la pizarra y cargaban la caldera de carbón, fallecidos recientemente, y Antonio Gargallo, recién licenciado de la mili.
Pues bien, en aquellos días (de lectura fecunda, suena a frase gastada, lo siento), descubrimos que en el poema el vagabundo retrata el estado de su alma: “en la oscuridad de la tierra, y me alejé desolado,/ surcando las espesas olas y triste por la pérdida”.
Desolado, así ha quedado el paisaje tras los incendios: sin sol, triste, inhóspito, desierto. En inglés antiguo, el poeta utiliza la palabra wintercearig: triste como el invierno. Así se muestra la tierra hoy a aquel viajero errante que paraba el coche en lo alto de Majalinos y pasaba un buen rato de pie, quieto, con la pausa y sosiego que necesitaba para escuchar el murmullo del viento que vagaba a su alrededor.

sábado, 8 de agosto de 2009

remontando


La imagen es de la semana pasada, del jueves, día de mercado, cuando seguramente muchos veraneantes se acercan a Teruel a comprar,pasear por las calles y hacer alguna visita turística. Y por este motivo, me alegré. Los datos del mes de julio eran mal presagio, así que es buena señal encontrarse con el cartel de "completo" en el parquin de San Martín.

A ver si agosto se porta.

martes, 4 de agosto de 2009

Teruel Punto Foto - Horarios de las exposiciones


Todavía no las he visto todas, pero los amigos de la SFT me han enviado los horarios de las exposiciones.

“Premios Nacionales de Fotografía” Colección Alcobendas

Museo de Teruel en horario de apertura al público



“El sueño de los objetos” de Chema Madoz

Claustro del Obispado en horario de visita turística



“Deseo” de Juan Manuel Díaz Burgos

Sala de la Muralla del Gobierno de Aragón todos los días de 19:00 a 21:00 horas



“El Valle invisible” de José Mª Diaz-Maroto

Sala de la Escuela de Artes y Oficios todos los días de 19:00 a 21:00 horas



“Tiempo detenido” de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza

Claustro de San Pedro durante la visita turística a los Amantes.



“País de Octubre” de Andrés Fernández

Sala de la Logia del Museo de Teruel en horario de apertura del museo.



“Mundos soñados” de Pilar García Merino.

Sala de la Cámara de Comercio todos los días de 19:00 a 21:00 horas



“Tortugas” de Daniel Zolinsky

Torre del Salvador en horario de visita turística



“Windows” de Ángel J. Torres

Sala del Seminario todos los días de 19:00 a 21:00 horas



“We are family” de Luis J. Joras

Caja Rural de Teruel visitable desde el exterior.



“Latiendo al compás” de Uge Fuertes

Biblioteca Pública en horario de apertura al público



“El silencio” de Dámaso Aguilar

Torreón de Ambeles todos los días de 19:00 a 21:00 horas y otros horarios



“Espacios” de Nacho Navarro

“Olvido y soledad” de Josebey

Fonda del Tozal en horario de apertura de bar



“Colores de Ibiza” de Sara Torres

El Pecado de Eva en la plaza del Torico en horario de apertura del bar.



“Solos y duetos” de Ramón Palacín

Pub de la Torre en la cale del Salvador en horario de apertura del bar.



“Retratos de Teruel” de la Sociedad Fotográfica Turolense

En 115 escaparates del Centro Histórico


lunes, 3 de agosto de 2009



Escribe hoy en Diario de Teruel Luis Torrijo una tribuna de opinión que no debería pasar desapercibida en estos momentos, en los que tantas cosas se han dicho a propósito de los incendios y de la política medioambiental que, a los hechos me remito, deja mucho que desear. Gente como Luis, entregada y batalladora, tienen mucho que decir. Desde aquí, mi agradecimiento a Luis, persona trabajadora, constante y tenaz, y los mejores deseos en su tarea de sacarnos de la modorra.
Como no creo que se pueda leer aquí, lo suyo es acudir a
http://www.diariodeteruel.net/ de hoy 3 de julio, y leerla despacio.

CON MARCA DE TERUEL



Se traslada estos días la sede de la Comarca de Teruel a su nueva sede. Doy fe, hace tiempo que no hay andamios, está todo muy limpio y muy bonito, se ve entrar y salir gente. Además, anduvo por allí el furgón de las mudanzas no hace nada.
Durante su (larga, sí) renovación y puesta a punto, se ha acercado mucha gente, de Teruel y turistas que buscan rincones apartados, atraídos por la belleza de este edificio singular que pasó de manos privadas a administraciones diversas, y al que la generosidad de la inversión pública ha rescatado de la condena del olvido, la suciedad y el abandono. En poco tiempo, la calle Temprado, uno de esos nombres que componen el mapa mudo de la historia de Teruel, y que difícilmente escribe bien quien allí envía cartas, paquetes o envíos de cualquier tipo (hemos visto Templados, Templado, Tempado, Temprano…), se ha poblado de entidades que la han dotado de un movimiento desconocido en otras calles estrechas del Teruel viejo. Salidas del parquin, televisión autonómica, sede de la comarca, policía municipal, aunque el edificio del conservatorio pervive como un fantasma acosado por la amenaza de ruina y suena su alma dispersa por las instalaciones del Chomón y de La Arboleda.
En el alero de madera satinada por la inmundicia de las palomas que todo lo ven, hace diana en el caminante el descorrimiento de su relajo. Decía un habitual de esta calle (trabaja justo dentro del alcance de la puntería de los equilibrios siniestros de las palomas) que no hay que preocuparse: lleva muchos años trabajando allí, y las palomas sólo han herido su dignidad, que la superstición bondadosa asocia al presagio de buena fortuna, cada medio año más o menos. Y ahí siguen, símbolo eterno de democracia orgánica, acribillando a todo el que pase, alfombrando el suelo que pisamos y tal vez dichosas porque ya han descubierto (son seres de altas miras) que la cantidad y la calidad del paño que deambula por la calle irá a más, y es corredor estrecho, garantía de blanco certero.
Temprado, artillero destacado por sus grandes servicios en la lucha contra los carlistas y condecorado con la cruz blanca del Mérito Militar, hace honor a su nombre, que algo tiene que ver con templado (de hecho temprado no es sino el baile de una consonante en una grafía antigua). Templado: valiente con serenidad. Y no te preocupes, a la Comarca, con marca. No sé si cada seis meses, a ver si resulta que se equivocó la paloma.