domingo, 31 de julio de 2011

Anda revuelto este patio de luces


  No sé si hemos conocido tiempos peores. Creo que sí. Eso deben pensar quienes me escuchan, cuando se me ocurre contar ante grupos de seres nacidos a finales del siglo pasado que recuerdo cuando mis padres compraron en Pamplona, en el Tozal de Teruel, el frigorífico y unos años después el televisor (el del VHF único, el Virginiano, Bonanza y Flipper, y un ligero, o no tan ligero, manotazo certero cuando la señal necesitaba de la ayuda del televidente para el ajuste a la carta).  Luego vino el año aquel de la subida de los precios del pesetero, de los escaparates a oscuras y de las campañas institucionales que recomendaban compartir el coche para acudir al trabajo en unas Navidades que se quedaron sin luces que las celebraran.  La inflación se disparó, los créditos exigían unos intereses que ahora nos harían temblar; la población activa carecía de cualificación profesional, España estaba dejando de ser un país agrícola y emigrante, la devaluación continua de la peseta trataba de equilibrar la cojera permanente de la balanza de pagos. Y todo, por el precio del petróleo.  Ahora todo parece más complicado. Se oyen muchas voces en este patio de luces. Estamos en venta. Y algunos no nos quieren comprar ni lo que debemos porque temen que no lo vayamos a pagar. Me decía alguien que los españoles siempre salimos adelante, que siempre han superado los problemas. No lo sé: esto se ha complicado. Y ahora los anuncios de venta y traspaso de locales comerciales se escriben en chino. También en Teruel.     

miércoles, 20 de julio de 2011



Lo más malo de este mundo
es echarse a andar por dentro
y no encontrarse con uno.


José Antonio Muñoz Rojas, Coplas (de Cancionero de la Casería)

jueves, 14 de julio de 2011

Una de romanos




Como no me gusta hablar de oído, porque a veces uno oye visiones, no voy a opinar acerca del informe del que se habla en la prensa de estos días, con motivo de las conclusiones de un trabajo coordinado por Santiago Gascón sobre el profesorado de Secundaria en nuestra Comunidad. Lo leeré, opinaré, no sé si en público, en privado o en el murmullo del Alcabor. Y  me pondré en contacto con Santiago, seguro.

Estamos de vacaciones (sí, los dos meses de vacaciones escolares, esto da mucho de sí), así que sacaré tiempo para leerlo, si me hago con él. Lo vi desarrollarse en el aula Ramón y Cajal del Chomón (para los foranos: el aula de equipos informáticos del Instituto de Educación Secundaria Segundo de Chomón de Teruel, acogida a la financiación de este proyecto educativo), cuando los chicos de la ESO (para ajenos, Educación Secundaria Obligatoria, la etapa educativa de los 12 a los 16 años) se ponían frente a unos portátiles que los tenían entusiasmados y respondían a todo tipo de preguntas. Poco más sé, como no sea por los titulares de la prensa digital y de papel de esta mañana (ojo, los docentes jugamos poco con los titulares, cuando se habla de nuestro trabajo preferimos las reservas).

Y como lo que en realidad deseo es irme por las ramas con la excusa de comentar la foto de arriba, pues ahí van unas cuantas reflexiones.

Primera. 

Las Humanidades languidecen. No lo digo yo. Está en el aire. Se prima lo práctico, parece que estamos ante una generación muy bien preparada, y las ciencias y las enseñanzas técnicas predominan. No están muy de acuerdo los entendidos con el éxito de esto último (http://antoniomunozmolina.es/2011/06/los-saberes/), así que a ellos te remito, por si te interesa.

Segunda. 

El índice de fracaso escolar es elevado: como el número de abandonos es alto, el sistema engendra cada año entes, programas e ideas geniales que mantendrán al alumnado en los centros educativos para que no salgan al mercado laboral (a la vida real, la escuela es una burbuja, cada vez estoy más convencido) con una mano por delante y otra por detrás (ahí están los PCPIs de una u otra modalidad, que facilitarán o no que al final se obtenga el graduado en Secundaria). Para los ajenos, que deberán dejar de serlo, que la educación es cosa de todos: Programas de Cualificación Profesional Inicial.

Tercera. 

El personal docente dedica parte de su tiempo a blindar la programación. Se hace un esfuerzo por dar publicidad a la programación (aspecto que la administración educativa insiste en recordar como tarea prioritaria), se aquilatan los criterios de calificación, se observan religiosamente los plazos de reclamación, aunque a veces la parte que reclama justifique pobremente la reclamación, y se aplica por lo general aquello de in dubio pro reo (para ajenos: tú quéjate). Y por qué pasa esto: porque existe el temor de que la sociedad no se fía de los docentes. Y como los romanos en orden de batalla, toca formación defensiva: todos los escudos juntos protegiendo todos los flancos. Como en las viñetas de Astérix y Obélix.

Cuarta. 

El Diario de Teruel trae la noticia con una foto del Chomón. ¿Qué es el Chomón? Muy bien: El IES Segundo de Chomón (antes, el Politécnico, antes Maestría Industrial), felizmente trasladado a sus nuevas instalaciones… ¿Trasladado? A medias. De esto tengo que escribir un día.

…Lo siento. No voy a comentar la foto. Es una de romanos.
Y me he vuelto a ir por las ramas.

sábado, 9 de julio de 2011

Sábado de Vaquilla

Lo prometido: nos volvemos a ver tras dos meses de ausencia. Prometí ver al candidato hoy, por primera vez de cerca, en un acto oficial en el que la etiqueta cambia: pantalón blanco, camisa blanca, gorrinera, pañuelo y faja.
Es la mañana de la Salve, recordamos al último racionero, se nombra Vaquillero del Año y se subastan (en pesetas) los palcos de la Merienda.
Empieza el ritual que cambia el rostro de la ciudad, y del que habrá que hablar en serio un día, porque es verdad que la fiesta hipoteca incluso la fisonomía del centro histórico, y no es de desear que la fiesta se convierta en una quedada de las redes sociales en la que vale todo. Pero ya veremos, mucho miedo da hablar de esto.


Una mañana que, por mucho que se repita, tiene algo especial para tanta gente. Uno de los pocos momentos en los que parece que todo el mundo está de acuerdo. En el pleno, mucha cara nueva, nervios protocolarios, miedo a no saber estar. Da igual, se aprenderán la lección. Lo que importa que es se pongan a trabajar. No sé si hay mucho tiempo que perder, ni siquiera si no tendremos que acabar echando mano del Seisado.
Supongo que los días que estamos viviendo (no sólo en Teruel, nos hemos hecho globales, una cosa sin la otra no han de funcionar) saldrán un día en los libros de historia. Dicen que es una civilización lo que se tambalea, no sólo un sistema económico. A estas horas, si estás leyendo este blog, la que se tambalea es una ciudad, aunque estarás de acuerdo conmigo (lo comentábamos esta mañana en el Salón de Plenos) en una cosa: lo del sábado, la aglomeración de gente, el macrobotellón, el follón del extrarradio, la gran meada ad libitum no es lo que más te gusta. Si es que ni siquiera gastan un duro.
Seguiremos por aquí, no mucho tiempo, o al menos de otra manera: más fotos, más palabras robadas a otras personas, entradas más cortas, más frecuentes y con una regularidad poco regular.
Nos veremos estos días por la calle. ¿Mi Vaquilla? Peña, vuelta por casa, charanga (mucha charanga es buen ejercicio para la humanidad, fijo), capazos, y tratar de aguantar hasta el primer ensogado de la mañana del lunes, el amanecer único del año. Y el lunes por la noche, cuando le quiten el pañuelo al Torico y estalle la traca, a mirar descaradamente las caras de quienes me rodeen. Una gran lección, quién sabe si para todo el año.
Al menos en algo estamos de acuerdo, aunque nos pongamos pañuelos de distintos colores, nos guste una cosa u otra de la fiesta y seamos de una peña o de otra.
Me gustan estos días. Esta mañana me he vuelto a callar a mitad de la Salve. No era el único, que te he visto por el rabillo del ojo.

sábado, 30 de abril de 2011

Amable integrante de una candidatura electoral: te saludo.




Pensaba titular esto (sí, esto, pronombre demostrativo que indica el carácter pretendidamente neutro, indefinido e inevitablemente prescindible de esta entrada), Querido candidato, pero con el deseo de evitar que lo leas pensando que trato de discriminar al cincuenta y tantos por cien de la población al usar el género masculino dentro de una realidad que incluye tanto a hombres como a mujeres, al margen de lo que es la historia y la morfología de nuestra lengua, lo he resumido como bien lees allá arriba (si es que has, o alguien ha, llegado hasta aquí, señal clara de que el número de los desocupados no disminuye).

Pues bien, quienes participan en una candidatura a las elecciones municipales, tienen mi aprecio. De ahí, mi deseo de salud: la necesaria para aguantar reuniones, sonreír aunque no tengan ganas, viajar, recorrer kilómetros (unos cuantos, ya verás, esto va a resultar que no era tan pequeño), visitar barrios pedáneos a los que no has ido ni en bici, no hallar reposo, quedarte sin fin de semana, y encima aguantar lo que hay que aguantar, de dentro y de fuera, con la de codazos que a lo mejor has tenido que dar para estar ahí.



Salud para recordar todo lo que dices que vas a hacer. Y no te equivoques de nombre de barrio cuando hablas. Y lee los discursos, o no los leas si eres de palabra torpe. Ojo con las gracietas que haces, no cuentes chistes, la gente se deja el humor en casa, están a todas. No te metas con nadie. Y si te picas, que no se note. No entres al trapo. O sí, que se vea tu rasmia


No generes titulares, no te vayas a quedar de reserva

¿Haréis pegada de carteles? Asegúrate: que la arruga no es bella, el retoque de la foto digital hace milagros, pero el cepillo de barrer que de toda la vida se ha usado para este menester, al extender la cola sobre el cartel, te puede amargar la campaña. Esa arruga contra la que luchas te puede hacer mayor, o meterte diez kilos de más que has estado tanto tiempo tratando de eliminar.

Lo dicho. Y si tienes tiempo, piensa en la ciudad que quieres, también para los demás. En los servicios que tienes obligación de facilitar a la ciudadanía, que anda muy sensible. Y ten cuidado si de arriba, luego, te dicen que hagas cosas en las que no crees, te niegan el pan, o te demuestran que te has pillado el acta de concejal con un papel de fumar.

Y un último deseo: nos vemos en la Salve el sábado de la Vaquilla (me parece que será vuestro primer acto público). Ten cuidado. Ahí te vamos a observar. Nos vamos a fijar hasta en el color del pañuelo que llevas. Ya ves: ni en eso nos ponemos de acuerdo en esta ciudad, pero pese a todo la cosa sale bastante bien.

Vaya legislatura (n)os espera.



sábado, 23 de abril de 2011

23 DE ABRIL. EL SEÑOR SAN JORGE


(De las notas manuscritas que escribió don León Navarro en 1946, durante su ingreso en el Sanatorio de Enfermedades del Tórax "La Muela")


Una tradición prescrita por la herencia que pasa de padres a hijos en la calma del hogar de noches largas del invierno impertinente de la ciudad vieja, establece que los quintos deberán velar la llegada de los primeros vencejos a partir de la hora del crepúsculo del día del Patrón desde lo alto de las torres de las primitivas iglesias que erigió la Cristiandad en cada esquina de la muralla cuando, con la ayuda del Señor San Jorge, que derribó de su trono al dragón, recuperó para la fe las tierras áridas que necesitaban del agua para mantener el último suspiro de su vida.

No otra cosa debió de desear la fundación de los Mayordomos de la Cofradía de Caballeros de San Jorge el mes de enero aquel, cuando su capítulo general encargó una misa diaria en el altar de San Jorge de la parroquia de San Miguel, para mayor estupor de don Juan Jacobo, que todavía recordaba su primera visita a la ermita del ángel batallador que comparte oficio con San Jorge. Y se celebraba la memoria del uno en la iglesia de la que era titular el otro, en una especie de sociedad de beneficio mutuo que no sorprendió al maestro, ya en esos días inmerso en el laberinto de su calendario perpetuo.

Contaba el documento que los mayordomos de la cofradía donaron tras la misa conventual “tres piezas que poseen en la Vega, confrontando la una con la acequia del Molino del rey y con dos carreras públicas, que se llaman: la una de arriba y la otra de abajo, por las cuales va el Camino de Santa María de Villa Vieja…” y manifiestan que “con las rentas de ellas se celebrará todos los días una misa cantada en el mencionado altar de San Jorge, después de las misas mayores de las demás parroquias de la ciudad, para lo cual la campana mayor de San Miguel tocará durante una buena estonda de manera que todos los habitantes de la ciudad puedan oírla.”

Tal relación entre santos guerreros, uno ángel invencible portador del estandarte de Dios, y otro, caballero fabuloso, junto con el doblar de las campanas y la donación de la hacienda de las actuales fábrica y escuela, alimentaron el fragor que se había enseñoreado de la mente del joven maestro, que alcanzó el punto de fusión del que se hablaba cada vez con más frecuencia en los círculos que había frecuentado desde que se estableció en la ciudad.

Las sobremesas, los corros del Mercado, la tertulia de La Solana, el patio del recreo de la escuela, la sala de profesores de la Normal, el salón de fumadores de la Fonda de El Rubio o la propia sacristía de la catedral fueron escenario de lo que algunos ya no dudaban en llamar la locura del joven maestro.

Ese mismo día, don Juan Jacobo fue invitado a ascender a la torre del Portal con los mozos bautizados en la parroquia anexa, que habían velar día a día hasta que recibieran el alborozo de los primeros vencejos, bendición de la naturaleza renacida que vuelve a la vida tras la muerte del invierno ya entonces lánguido. Durante la espera, se entretuvo el maestro en la observación de signos y jeroglíficos que los centinelas de diversas épocas habían trazado sobre el yeso de las paredes interiores de la torre, entre las que se sentía como si él mismo fuera uno de los alarifes que la construyeron y que él había visto desfilar en compañía de otros personajes de la historia el día de la inauguración de la escultura de la aguadora, hacía poco más de un año.

Se agotaron las horas de sol sin que aparecieran los vencejos, por lo que hubo que repetir la subida al día siguiente, una excursión de paso a la vida adulta regada de vino y canciones que se repitió hasta la última noche del mes, cuando los jóvenes del antiguo Señorío entonaron aquella vieja canción de ronda que desvela el secreto de sus amores: “ya estamos a treinta del abril cumplido, alégrate maja, que mayo ha venido…”.

No volaron vencejos alrededor de las torres que habían pasado el invierno a la espera del verano ya próximo en el calendario, y don Juan Jacobo recordó las palabras que Petra esculpió en la oscuridad de la noche del Martes de Pascua, cuando el delirio de don Juan Jacobo eligió los miembros del Concejo y la República temblaba en Madrid.

Al bajar a la Vega para las clases del día siguiente, la visión de corros de vecinos que entraban y salían de la casa en la que la anciana había pasado toda su vida disuadió al maestro de acercarse siquiera al patio. No quiso darse por enterado de la muerte de Petra la noche anterior, sentada como siempre en su silla de enea, sin decir nada, con los ojos perdidos en la profundidad de las rieras, esperando a quien había prometido regresar.

jueves, 14 de abril de 2011

halopecia






Me gusta hablar del lenguaje, aprovecho la mínima (lo sé, lamentable vicio, siempre con las mismas cosas) para hacer un comentario, a veces jocoso, no siempre con éxito, con frecuencia repetido, siempre bien intencionado, para sacar punta a una palabra, buscarle doble sentido, generar un chiste que pretenda ser original y arranque al menos un rictus en quien lo escucha.



Lo saben en clase. A veces me tiran de la lengua para que me disperse, relacione una palabra que escribo en la pizarra con un sucedido o desempolve la historia que esconde en su interior. Y lo malo no es que con frecuencia entre al trapo de quienes me proponen esta diversion (desvío, en inglés, no eches mano de la tilde para corregirme), sino que no falta quien descubra su vocación verbívora ya desde una edad temprana y se convierta en ser odioso en el instituto, en la calle, y en casa. Lo siento, me lo estoy tratando.



Bueno, vamos a hablar de la halopecia. ¿La alopecia? No, la halopecia. ¿Caída o pérdida patológica del pelo? Que no.  Caída o pérdida del círculo de luz difusa en torno de un cuerpo luminoso: el halo.

Lo siento, recurro a mi defecto dominante (todos tenemos uno, dicen que a partir de los cuarenta años empieza el individuo a vislumbrarlo – tal vez quienes lo rodeaban llevaban años padeciéndolo y no se atrevieron a decírselo). Sólo deseo denunciar esta patología silenciosa que ataca las farolas de la zona sur de Teruel. Resultará que es culpa de quienes eligieron este modelo de farola fácilmente convertible en objetivo de piedras. Tal vez.
 ¿Que es necesaria la concienciación ciudadana? Pues también. Y mientras, aumenta el gasto corriente del Ayuntamiento. Halopecia: se añade la hache, consonante silenciosa, muda, como silenciosa se acerca la mano que lanza la piedra y esconde la mano.

Por cierto, ¿sabes que alopecia viene del griego? http://blog.lengua-e.com/2008/etimologia-de-alopecia/. Míralo tú, que yo me estoy quitando el vicio. Algo mejoro: pensaba titular esta entrada halitosis.