miércoles, 9 de febrero de 2011

El ombligo de Grey Town



Ombligo del mundo. Cuentan que eso creyeron que eran quienes construyeron Cuzco, la antigua ciudad que aún hoy atrae la atención de tanta gente y conserva los enigmas que la han de mantener viva. 


Cordón que une a la criatura con la tierra que le dio la vida.

Agujero negro, región finita del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden escapar de dicha región.

Torre de señales cuya claridad anuncia al mundo el punto por donde empezará la invasión el día del Apocalipsis, cuando todo se ha de saber.

Resto arqueológico que permanece como mudo testigo del subsuelo de la ciudad urban-izada a golpe de inversión sin fondos que buscaron soluciones a la cábala de la vida moderna.

Objeto inerte que lanzó el atleta creado por Mirón. Tras el momento de máxima tensión, su esfuerzo ha resultado inútil. La fuerza se ha dispersado, fue difícil el equilibrio, y el disco yacerá a la espera de algún nuevo héroe que lo vuelva a lanzar. Quizá otro esfuerzo inútil volverá a dejar el disco unos metros más allá, y el Apocalipsis no sabrá por dónde empezar.

Se urbaniza la ciudad. Predomina el gris. Ciudad gris. Les gustan los nombres en inglés: Grey Town. Se miran al ombligo. Esfuerzo inútil. No hay vida al otro lado del cordón, aunque nos recuerden en paneles callejeros su eficiencia.

Suena la voz del europeo exiliado, también de su país, y quien lea, entienda, como dice el libro del Apocalipsis: Sé perfectamente que el París de mi juventud, que tenía y daba alas, ya no existe; quizá ya nunca recuperará aquella maravillosa despreocupación después de que la mano más dura de la Tierra lo marcara tiránicamente con el estigma del bronce




1 comentario:

  1. Macho, estás que te sales. La foto... perfecta para el tema. Creo que existe un modelo de ladrillo cara-vista (sirva también el símil, por lo de ladrillo), fabricado en nuestra ciudad, cuyo nombre es "Gris Teruel"... No sé si el que lo bautizó era un visionario, o ya se veía venir el tono "cenizo" que vestiría nuestra amada ciudad. Eso sí... "Teruel tiene que estar muuuy agradecida porque se ha invertido (malgastado, mejor) muuucho dinero en ella..." Lo dicho, un ladrillo.
    Felicidades, Rafa.

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