jueves, 10 de marzo de 2011

Vagar por el mundo



La vida está llena de casualidades. 
Algunas las proporcionan las lecturas: lo que leemos, como las personas que nos presentan o las ciudades que visitamos, nos lleva a otro libro, a un acontecimiento que salta a la actualidad o con alguna vivencia personal.De eso todos tenemos experiencia, yo también. 

Cuando comenzaron hace nada los movimientos de masas en los países del norte de África (Egipto, Túnez, Yemen, Libia…) que ahora resulta que tanto nos preocupan (supongo que más que nada por el precio del petróleo y por las oleadas de refugiados/inmigrantes que puedan venir, así somos: las noticias son relevantes según lo que afecten a nuestra vida o a nuestro bolsillo), andaba yo terminando de leer los Años inolvidables de John Dos Passos, autor de Manhattan Transfer, una de aquellas lecturas obligatorias de aquellos años del Colegio Universitario al que me ayudó a descubrir recientemente Ignacio Martínez de Pisón con Enterrar a los muertos. Se trata de una serie de apuntes (memoria informal, dice el autor) de sus viajes por medio mundo a finales de los años veinte del pasado siglo. Estados Unidos, la Rusia soviética de Stalin y el exotismo de sus repúblicas asiáticas (tan presentes en los medios ahora, cuando nos impresionan las tensiones sangrientas que mezclan el afán por la libertad con el fundamentalismo más atroz), Méjico, España, lo que aquí hemos dado en llamar Oriente Medio y algún que otro lugar más que yo no hubiera sido capaz de poner en el mapa actual.

Se trata de una ocasión única para viajar con el autor a lugares a los que, de no haber sido por los sucesos de estos días, tal vez no hubiera dirigido la mirada nunca. Aparece en estas notas el sentido trágico de Hemingway, la detención de Saco y Vanzetti, el viaje al Cáucaso, Mesopotamia, Persia, Damasco, cerca de donde asegura que un día “nuestro campamento se llenó de huesudos individuos de piel blanca y aspecto nórdico con bigotes engomados que vestían flotantes túnicas de lana blanca. Me han dicho que se les supone descendientes de un grupo perdido de Cruzados”.

Este viaje de Dos Passos me llevó a seguir sus pasos por la España de los años veinte, Rocinante vuelve al camino, que se puede comparar con las anotaciones de un viaje a España (Aventuras de un irlandés en España) al poco de la proclamación de la Segunda República, que realizó Walter Starkie, irlandés que más adelante trabajaría en el servicio cultural de la embajada británica en Madrid y que, con el ir y venir de su carácter pintoresco y entusiasta, realizó una tarea enorme, que fue desde la resurrección de José (que ya no Josep) Janés en la posguerra hasta conseguir de José Ibáñez Martín (ministro de educación de Franco) que se empezara a estudiar inglés en los colegios españoles, pese al apoyo oficial de nuestro país a la Alemania nazi durante la guerra mundial.

Y vuelta al Mediterráneo, a Italia, a Sicilia, y de ahí a la orilla meridional del mar, de la mano de Guy de Maupassant (La vida errante. Diarios de viaje por el Mediterráneo), quien asegura que un día se cansó del París de la Exposición Universal y decidió salir aconocer el mundo. Una suerte recorrer con el autor pueblos y ciudades de Túnez, donde los restos arqueológicos muestran la memoria de los romanos y de los árabes, en una tierra “marcada por el fanatismo, con una pobreza evidente y sobrecogedora, y una nobleza miserable y activa”. Ya se ve, parece que no ha pasado tanto tiempo: esto último lo podría haber firmado cualquier corresponsal de prensa hoy.

Y una casualidad más. Mientras escribo estas líneas, leo que la editorial Páginas de Espuma acaba de publicar las Notas de un viaje a Oriente, de Julián Marías, noticia del viaje que el filósofo hizo a los dieciocho años con sus compañeros de promoción universitaria con el que las autoridades educativas de la Segunda República pretendían festejar el traslado de la Facultad de Filosofía al nuevo edificio de la Ciudad Universitaria, una anécdota me lleva a recordar la figura del arquitecto de la Ciudad Universitaria que protagoniza La noche de los tiempos de Muñoz Molina y el interés de Martínez de Pisón por la estancia en España de John dos Passos durante la guerra civil. 

Interesante serie de relaciones y casualidades. También, que la editorial lo publique precisamente ahora, cuando Túnez, Malta, Egipto, Israel y demás países del entorno Mediterráneo andan inquietos. 

No sé si esto último sucede por casualidad, no sé. Pero no olvides lo que dice Guy de Maupassant: “Al hombre que vaga por el mundo le resulta prácticamente imposible no mezclar su imaginación con la visión de la realidad. Se acusa a los viajeros de mentir y de engañar a quienes les escuchan. Pero no mienten, no, lo que ocurre es que observan mucho más con el pensamiento que con la mirada.”
Lo mismo sucede con los lectores de libros.


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