viernes, 12 de abril de 2013

historia(s)



(Foto: Amparo Hernández Estopiñán)

 
Storia è una parola grossa (…), 
non è una bestia che si può addomesticare.
(Antonio Tabucchi, Sostiene Pereira)



Huyo de los libros sobre la guerra civil, aquella guerra de las historias que nos contaban y que solo de mayores, ellos y nosotros, descubrimos que el tiempo había de poner en su sitio. De vez en cuando caigo, y no te creas que saco muchas cosas en claro. Otras sí. Encontrar la figura de Luis Lucia, una de esas casualidades de la vida, conocer a algunos de sus familiares y al autor de su biografía fue una suerte, suerte en el sentido original del término, que algo tiene que ver con sorteo. Te cae a voleo. También descubrí (lo leí más tarde) que la historia no es una bestia que se pueda domesticar.

Acabé hace unos días Ayer no más, de Andrés Trapiello, una historia reciente que algo trae a propósito de la guerra (si no todo, en esta España que nos agita), con la memoria de la historia y con sus interpretaciones, aunque te confesaré que no me acabo de aclarar, seguramente por ignorancia, o porque el tiempo no me da la perspectiva necesaria. Historia es una palabra que nos viene grande, seguro.

No sé si soy el único que tiene la sensación de estar viviendo (no me atreveré a decir protagonizando) un momento histórico. Les debe de pasar a todas las generaciones: les toca vivir momentos que aseguran que la humanidad no se para. A nosotros también nos tocó. La muerte de Franco señaló el paso de la infancia a la adolescencia de mi generación. Vivimos familiarizados con una inflación espeluznante, una industria arcaica, una tasa de paro inaudita, un terrorismo feroz que mantenía a nuestro país abierto a una incertidumbre turbadora. Constitución en pañales, sistema político endeble, personalidades políticas con personalidad y fortaleza demostrada, capaces de decisiones y encuentros, también un rey joven que arbitraba y reinaba sin gobernar. Entramos en la madurez y todo aquello también se ha hecho mayor. Reina el desaliento, no nos fiamos de nadie y el momento del cambio se hace evidente y nos inquieta. Madurez, digo. Que la historia, palabra grande, no es una bestia que se pueda domesticar. No ha de perder las riendas para desbocarse.


La biografía de Luis Lucia me parece reveladora:
Vicent Comes Iglesia
En el filo de la navaja: Biografía de Luis Lucia Lucia (1888-1943), Biblioteca Nueva, 2002 

 

2 comentarios:

  1. Gracias por las recomendaciones de los 2 libros.
    A mí, al contrario, son un tipo de libros que me gustan, sobre todo los autobiograficos y de nuestra tierra. He leido todo lo que ha caido en mis manos, de uno y de otro bando: Concierto al atardecer de Ildefonso-Manuel Gil. Crónica Humana de la Batalla de Teruel de Pompeyo Garcia. La Guerra es bella del brigadista Neugass. Si me quieres escribir de Corral. Los quintos del 40 del turolense Tomás Esteban. Yo fui secretario de Durruti del cura Jesus Arnal y otros más que ahora no recuerdo sus títutos quizá por que no me hayan impactado tanto como los citados.
    Repito. gracias por la recomendación. Los leeré.

    Saludos

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  2. Muchas gracias por el comentario. No pretendía decir que no me gustaran los libros sobre la guerra. Más que huir de ellos, evito el fenómeno editorial que surgió estos años pasados. Los recuerdos de Pompeyo y Tomás Esteban (Tomasín para los amigos) tienen el tono de las historias que oíamos de niños en mi familia. Salvador Jarque y Victoriano Cortés, amigos y compañeros de guerra de Tomás, escribieron sendos diarios de guerra que deberían ver la luz también un día, y Pepe Silvestre era hermano de mi madre.
    Un saludo.

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