En un cuarto del Chomón conviven ejemplares del BOE, que ahora sale ya sólo en edición electrónica, y máquinas de escribir de la efepé de administrativo de toda la vida. A este paso, se podrá contar con un museo que exhiba todo lo que la informática, la Internet y las telecomunicaciones se han cargado. Y nos quieren hacer temer que también la pizarra y la tiza serán sustituidas por pizarras digitales.
Lo del conservatorio de música que comparte su sede con el centro de secundaria queda pendiente de que, de una vez, se construya el nuevo conservatorio y se termine el Chomón de la otra parte de Teruel, que no se sabe quién lo miró, que desde que alguien tuvo la idea de trasladarlo, ha ido de pena en pena. Todo empezó con el desacuerdo sobre qué parcela habría de ocupar, cuando en su momento todo era terreno sin construir ni (creo) planificar, y de propiedad pública, en gran parte.
Se dijo en su día que la indecisión era asunto político, motivado por las zancadillas del (entonces) alcalde a un proyecto emprendido por la administración autonómica (cuestión de colores). Esas palabras están en otro cuarto oscuro, el las actas de los claustros, y cuando se empezaba a entrever que la única parcela disponible era la que luego se expropió, se dijo que el instituto nunca iría junto a la vía del tren, al otro lado de la carretera. Pasen y vean: nuevo instituto sobre la vía del tren, y unos quinientos alumnos, profesorado, padres, personal de limpieza y administración habrán de cruzar una carretera que da acceso a la variante de la nacional, y sortear pasos de cebra junto a una rotonda que, cuando se acabe de construir el Polígono Sur, soportará mucho tráfico. No sé si el proyecto cuenta con pasarela peatonal, o si la salida y entrada de las clases va a estar controlada por la policía – ahora, raro es el día que lo está.
Vuelvo al primer párrafo: el museo con los ejemplares del BOE y las máquinas de escribir. Anda estos días revuelto el patio porque Microsoft va a sacar el Windows 7, y grupos de partidarios del software libre denuncian los siete pecados capitales (Windows 7 Sins) de este nuevo sistema operativo, que, de ser verdad, ponen en entredicho que sea un acierto que las administraciones educativas firmen acuerdos con el gigante de la informática y los niños se conviertan por cuenta de la escuela en usuarios de tan sólo este sistema, que, además de ir contra las leyes del mercado, nos va a obligar a usar únicamente sus programas, pagar sus licencias, y aceptar que rastree nuestras comunicaciones porque tendrá acceso incluso al número de serie del disco duro del ordenador. Guste o no guste. Me guardo una máquina, por si acaso.