Ando últimamente buscando documentación sobre la primera, y durante años única, asistente de conversación del Instituto de Enseñanza Media que se construyó en los años de un ministro paisano junto a la vega del río.
Para sorpresa de tantos, aquí y allá, el buen oficio de Sir Walter Starkie, profesor de español en Dublín y director del Instituto Británico de Madrid desde 1940, logró, tras reuniones, vinos españoles y promesas de colaboración desinteresada, que el ministro aprobara la introducción del estudio del inglés en los centros educativos poco a poco, en un goteo constante, de manera que fuera desapareciendo la enseñanza del alemán de nuestras aulas. Eran años de guerra en Europa, en los que la España oficialmente neutral se empezaba a alejar de las potencias del Eje, y los británicos, pueblo que sabe barrer para (su) casa, se ocuparon de empezar a cambiar el panorama cultural español a largo plazo. A unos y a otros les interesaba empezar a olvidarse de la Alemania de entonces, y a Walter Starkie no se le ocurrió otra cosa que enviar una lectora de inglés al instituto para congraciarse con el ministro. Menuda historia, la historia menuda.
Por tal motivo llegó a la ciudad la joven irlandesa Stiana Garbh, que obligada por la corrección política británica dio en llamarse Stephanie Wilde entre nosotros, y de cuya historia habré de hablar un día.
Me he dedicado a rastrear trasteros olvidados que esconden nuestra descuidada historia reciente, he pasado frío y calor en lugares inhóspitos de estancias oficiales y, como suele pasar cuando el aficionado a la investigación se empieza a desesperar, la incertidumbre ha visto la luz, aunque se tratara esta vez de algo que no tenía que ver con mi empeño y que me ha obligado a olvidarme de Stephanie por un tiempo.
Una carta con fecha del día de San Bartolomé de 1946. No me resisto a hacerla pública dentro de unos días aquí mismo, con la esperanza de que quienes hayan tenido conocimiento de tales hechos o bien posean información al respecto, tengan a bien echarme una mano. Mientras, consagro parte de mi tiempo a la lectura del contenido de los folios que acompañan a la que mostraré en breve.