miércoles, 29 de diciembre de 2010

San Silvestre



Estamos en la última semana del año, y nos sometemos (gustosos, diría, si no deseara parecer tan previsible) a la tiranía del viejo intento de comprender el paso del tiempo, la sucesión de meses y años que nos hacen sentir la necesidad de hacer balance cada vez que llama a la puerta el 31 de diciembre. Quien se someta a semejante tarea tal vez se vea como aquel muñeco inerte que una mano desconocida arrincona una vez terminada la función, mientras hace recuento de sus pertenencias y del éxito o del fracaso de lo que se había propuesto para los centenares de días que en su momento la vida le puso por delante.

Se acaba una decena de años redondos y no falta en los medios de comunicación el listado de lo que ha sido esta década: avances tecnológicos, cambios en el escenario mundial, nuevas preocupaciones cada vez más acuciantes, desafíos apenas imaginables al terminar el siglo anterior, un cierto desconcierto.

Eso sí, mucho estudio, mucho balance, pero poca capacidad de resolución. Será difícil llenar el vacío que siente el estómago ante la novedad de un año nuevo, sobre todo para quien vaya siendo consciente de sus limitaciones y no crea en los cambios cualitativos que no sean consecuencia de un esfuerzo continuo y, por qué no, de la suerte de tener alrededor a quien le ayude, se lo permita o al menos no se lo impida.

Echará a andar el año nuevo, y nosotros con él. Ahí espero encontrarte, recorrer contigo esta sucesión de metas volantes, y por eso te deseo lo mejor: buen hacer, paciencia, un poco de suerte y capacidad de aguante. Lo que llaman ilusión.

Hasta el año que viene.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Mensaje en una botella



Me preguntabas por estos días.

Copio, tomo prestadas palabras, sin ánimo de devolverlas a su dueño, que las lanzó al aire sin remite porque acaso no creyó que fueran suyas.


"Quizá ya no des importancia a lo que no la tiene, es lo primero que debería enseñarse a todo el mundo y en cambio nadie se ocupa de eso, al contrario: se educa para que cualquier idiota haga un drama de cualquier tontería. Se educa para sufrir sin verdadero motivo, y con sufrir por todo no se gana nada, o con atormentarse. Eso paraliza, eso abruma, eso impide moverse...
… se vive en un mundo irreal, delicado, de mentira, blando. – “Cursi”, pensé, al inglés le falta esa palabra tan útil, y tan amplia." 

lunes, 20 de diciembre de 2010

Bien


Va de lugares comunes y frases hechas hoy, seguro.
Se acaba el año 2010 (notición), se habla de la crisis, y haberla, hayla; todo el que se cruza contigo, venga de donde venga, que estos días vienen, dice que esto va para largo, y se empieza a admitir que las guerras de cifras de parados, los malos datos económicos y la amenaza de la necesidad de un rescate de la economía española no es sólo cuestión de palabras o de lo poco que nos quieren en Europa. Que va en serio.
No me extraña, pues, ver la cara de estos pobres en la fachada del edificio de doña Blanca. Las paredes, testigos de la historia, hablan por sí mismas.

En 1902 vieron huelgas generales, o cómo las fuerzas armadas salían a cobrar la contribución. Y en 2008, año de su arreglo definitivo, vieron la quiebra de aquel banco americano, Lehman Brothers, y se desató el pánico, aunque aquí nadie tenga culpa de nada.
Empieza el año, este en sábado, y según la Wikipedia, será un año normal, es decir, no bisiesto, a juicio de esta cátedra de la modernidad que en un segundo de nada nos informa de lo que antes nos costaba tanto rato averiguar, y que algún ingenuo cree al pie de la letra. De momento, a mí ya me han regalado el Calendario Zaragozano, la wikipedia de los castas, que este año me he propuesto anotar día a día para comprobar cuántas veces se equivoca la atmósfera. Tiempo tendremos.
Habrá que mantener la calma, no dejarse llevar por la ansiedad de la sucesión de noticias, temores, advertencias y turbulencias electorales. Cada uno a lo suyo, aquí no es nada culpa de nadie, y parece ser que todos son iguales. Y si no, este vídeo, que demuestra nuestra capacidad de entendernos sin aclararnos gran cosa.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Bandera azul

Vaya por delante que siempre he considerado que ser bilingüe, tener dos lenguas maternas, debe de ser una suerte. Cosa muy distinta de ser políglota, que también debe de ser buena cosa, aunque políglota era Sandor Márai, el escritor húngaro que se cruzó en el camino de tantos lectores sin necesidad de grandes campañas publicitarias, y decidió un día regresar a casa porque era incapaz de vivir sin su lengua, pese a las amenazas del gobierno húngaro tras la Segunda Guerra Mundial.  Más tarde no tuvo más remedio que dejarlo todo y se estableció en el extranjero. “Para mí esa lengua y esa literatura significaban una vida plena, porque sólo en esta lengua puedo decir lo que quiero decir (y sólo en esta lengua puedo callar lo que deseo callar)."
Lo habitual para mucha gente es ser bilingüe. Milosz, otro escritor (a este lo redescubrió primero el Nobel, más tarde la película Bajo el sol de Toscana, en una escena memorable) asegura: “como siempre oía hablar ruso a mi alrededor, yo mismo hablaba ruso, sin darme cuenta de que era bilingüe y de que modificaba los movimientos de mi boca según me dirigiera a mi gente, o a los extranjeros.” Algo parecido sucedió con Borges, que se manejó en dos lenguas desde su infancia (inglés con su abuela, español con el resto del mundo), y cuentan que a los siete años escribió en inglés un resumen de la mitología y al poco tiempo se atrevió con la traducción de El príncipe feliz de Oscar Wilde. Tela.
Pero no hace falta ser un superdotado para que esto ocurra. Por lo visto, nuestro cableado neuronal está preparado (de serie) para albergar el dominio de varias lenguas, como prueban los casos tan habituales de regiones fronterizas y países con mezcla de culturas. También aquí en España, donde por los avatares de la política y del recuento de votos necesarios para sobrevivir, ya hace años que el nacionalismo se apoderó del uso y del abuso de la lengua. Y es que la pela es la pela. 
Y si no, basta analizar este cartel, plantado en una tierra bilingüe que poco tiene de nacionalista. El lenguaje delimita, da forma y sentido a la cultura, pero la cultura necesita de la subvención, y entonces el poder hablará el idioma que entienda quien abre y cierra la caja.


lunes, 6 de diciembre de 2010

San Nicolás

Hoy es San Nicolás, un santo que pasa desapercibido entre el día de la Constitución y la fiesta de la Inmaculada, pero que tal vez sea el santo más popular en la ciudad de Teruel. Basta subir un lunes hasta el colegio fundado por Dolores Romero hace poco más de cien años para comprobarlo. Además, desde la renovación del interior de la capilla, la calidad artística de la iconografía rica no deja indiferente a quien la visita, aunque no vaya a pedir al santo ayuda para llevar adelante con tranquilidad los achaques de la economía doméstica.
Para quienes nos criamos en el centro de la ciudad Teruel, cruzar los Arcos tenía algo de aventura. Carretera de Alcañiz arriba, nuestro Teruel se acababa poco después del matadero municipal, y a lo lejos quedaba aquel árbol solitario de la casa de Cagarruto y poco más, pasadas las casas baratas. Hacia el sur, algunos de nuestros amigos ya se habían ido a vivir al otro lado del Viaducto, y cuando venían a vernos decían que iban a Teruel. El barrio de Dolores Romero tenía su encanto. Todavía quedaban algunas cuadras, las calles nos resultaban extrañas, y raramente andábamos por allí como no fuera acompañados.
Muchos lunes acompañé a mi madre y a su hermana hasta el colegio de San Nicolás. Cruzábamos los arcos mirando de reojo a lo alto, donde al último arco se mete en las entrañas de lo que para nosotros era un laberinto de callejas.  En algún lugar conté algo sobre la leyenda de las armas, escudos y espadas que se escondían arriba en el cangilón del agua que decían que acaba en unos aljibes legendarios: aún he de subirme algún día a comprobarlo, no sea que con los arreglos y los planesurban y planesé acabe todo en un taller municipal.
En el colegio, todo nos sorprendía. Los internos (debía de subir yo a la hora de merendar, recuerdo aquellas canastas enormes llenas de bocadillos, hay que ver lo curioso de los recuerdos superficiales, que se vuelven tan sugerentes), el frontón, el campo de fútbol… y una pileta de agua de riego, arriba, a la que nos hacían prometer que nunca nos acercaríamos porque nos decían que se había ahogado años antes un niño de nuestra edad (otro lugar al que sólo se podía ir de escondidas: los Jardincillos, menuda selva).
No hace mucho volví a visitar la capilla de San Nicolás. Menudo atracón de nostalgia. Me cuentan que hoy reciben muchos niños los regalos de este santo en otros países europeos. Un auténtico rescate en los tiempos que corren. Y si no, echa un vistazo a lo que son ahora sus instalaciones
Y además, hoy es lunes.


(Para saber más - o mejor, para enterarse de algo, no vayas a pensar que esto es cuestión de nostalgia: http://www.nico100.es/, y también http://www.caritasteruel.org/files/Memoria%20Caritas2009-FINAL[1].pdf)

viernes, 3 de diciembre de 2010

Un relato


Sucumbí a la tentación de presentarme a un concurso literario. Lo he hecho varias veces, ya he tenido suerte en alguna ocasión (eso son los concursos literarios, cuestión de suerte, de presentar la historia adecuada en el momento adecuado, en otros casos se trata de calidad literaria), y decidí hace tiempo no volver a hacerlo. Pero la experiencia del Maestrazgo, sus paisajes, su historia, su gente, me hace olvidar mis buenos propósitos.
Me permito la indecencia de colgar aquí lo que envié:
http://www.mediafire.com/?fmauztean5weoq1

lunes, 29 de noviembre de 2010

Viaje en autobús



Andaba estos días dándole vueltas yo a lo necesario que va a ser regenerar la vida pública, y algo habrá que decir al respecto.

Quién no lo ha pensado alguna vez: políticos que viajan en coche oficial, ignoran cuánto cuesta un café y raramente echan gasolina, llegan a fin de mes sin ningún problema y declaran ingresos escandalosos, elegidos para la gloria por el filtro de una meritocracia sui generis que a veces hace pasar de todo a gente dotada de sentido común, necesitarían darse un baño de vida cotidiana sin otra pretensión que aprender del ciudadano medio, sin fotógrafos, periodistas ni nadie que nos venga a mostrar qué buenos son que se mezclan con quienes dicen (e incluso creen) representar.

Nada mejor para conseguir esta purificación de las costumbres que desplazarse en autobús desde Teruel hasta Madrid, una nadería de cuatro horas y media que pone a prueba la paciencia, la paz de espíritu y la capacidad de apretar el esfínter desafiando la elasticidad de las vísceras. Ya lo consiguió Josep Pla, quien en su retiro catalán posterior a la guerra civil española consiguió remover el interior de Dionisio Ridruejo, siempre preocupado por justificar su cambio de trinchera, quien afirmó que el Viaje en autobús “fue uno de los libros de conjuro o desmitificación del ambiente retórico más eficaces de la posguerra y una delicia para cualquier lector de gusto”. De hecho, lo comparó con el negativo de la fotografía de la época, algo parecido a La familia de Pascual Duarte de Cela.

El viaje en nuestro transporte público es medicina que aplaca el ímpetu de quien anda inquieto y cree que no habrá nada que le permita alcanzar la paz que proporciona la quietud que ansía. Aquí hay tiempo para todo. De cuando en vez sonará un teléfono móvil, cuarto enemigo del hombre que la doctrina moral habrá de añadir a las asechanzas del mundo, el demonio y la carne, y que revela a quien lo utiliza donde no hay otra cosa que hacer una vez que el paisaje se oscurece con la hora de invierno, los entresijos del alma que el ser discreto mantenía antes en su fuero interno. Es inevitable poner la oreja e imaginar qué dirá quien sostiene al otro lado del mundo de las comunicaciones el artilugio que se muestra enemigo de todo pudor.

Más adelante subirán al autobús personas que se conocen y por tanto continuarán la conversación que iniciaron en el apeadero. Se pasa de generalidades a cuestiones familiares, se habla de amigos que no siempre quedarán bien ante la audiencia anónima ya harta de mirar a la oscuridad, y que agradecerá la puesta al día en cuestiones que difícilmente trascienden el límite de la comarca. Por cierto: los jubilados de Castilla La Mancha gozan de descuento que los jubilados aragoneses no pueden disfrutar, siendo que el autobús para mayormente en pueblos de aquella comunidad. Agria conversación: de la injusticia de las diferencias autonómicas salta la argumentación a la política nacional. Buena nota tomaría nuestro viajero de coche oficial si su culo ya anduviera tan aplanado como el nuestro a estas alturas. Lo advirtió Pla hace casi setenta años: “los viejos camelos han sido desplazados por camelos nuevos. Todo está sometido a una eterna controversia.”

Llega el autobús a Madrid, superado el atasco de Guadalajara y la lentitud del corredor del Henares. El viajero asiente con Josep Pla al leer que “cuando uno ha nacido en un ambiente modesto, modestísimo, pero limpio y discreto, y ha sido educado para el uso de unas pocas, sencillas, sencillísimas calidades; cuando uno sabe distinguir naturalmente las ventajas que el orden tiene sobre el desorden sin necesidad de recurrir a la razón, al silogismo o a la tranca; cuando está más habituado a la ironía que a la intolerancia”. No puede evitar agarrarse el cabreo que se agarra cada vez que esto mismo, de haber sido como prometieron y prometerán quienes viajan en coche oficial, apenas echan gasolina y desconocen el precio de un café, lo podría haber hecho en hora y media.

¿Cabreado? No, lo escribo convencido por Pla de que “la manifestación más luminosa de la conciencia, no es quizá pensar, ni siquiera recordar, es contar. Contar es comprender.”

(La fotografía ha sido retocada por Amparo Hernández. La niebla de aquella mañana en la Estación de Autobuses nos acostumbra a estos otoños de Teruel)

domingo, 21 de noviembre de 2010

Encontrar la dulzura de la esperanza en una madurez sin ambiciones




Mañana por la tarde (22 de noviembre, 20 horas, Museo Provincial de Teruel) nos visita el escritor Luis Landero. Actuará como maestro de ceremonias de la presentación del último número de la revista Turia. Podría equivocarme (tampoco sería tan extraño), pero tengo entendido que este novelista extremeño no conoce esta parte del mundo, así que bienvenido.

Iré a la presentación. Por el contenido de la revista (sí, tiene muy buena pinta, vuelve a combinar lo de aquí y lo de allá) y también por ver y escuchar a Landero. Hace unos años, uno de esos suministradores de buenos libros y alguna buena idea (siempre tenemos pendiente hacer un libro-fórum, al final si no se me va el teclado al cielo, te diré de qué libro se trata), me recomendó los Juegos de la edad tardía. La imagen de Gregorio Olías en su despacho, la luz del flexo de su mesa, las conversaciones telefónicas con Gil y su conversión en Faroni se me quedaron grabadas, aunque pienso que la comodidad de mi imaginación siempre un poco perezosa no hizo sino robar el mobiliario y la luz de la vieja oficina de la tienda de El Francés de la calle de San Martín de Teruel, donde muchos de los niños de entonces vivimos nuestras aventuras particulares de la infancia al calor de la paciencia del señor Paco, de su hijo Pepe y de Nicolás, que con su motocarro nos descubría las calles de aquel Teruel para nosotros inmenso.

Algo hemos mejorado desde entonces y como le sucedió al narrador de Retrato de un hombre inmaduro, "más tarde me pareció que había aprendido a no poner la realidad al alcance de la nostalgia”.

El guitarrista me pareció desde un principio que debería convertirse en manual de saber hacer y vivir de todo estudiante de Secundaria, tal vez por lo que tiene de historia del progreso personal de alguien que desde sus primeros años se enfrenta a la realidad y a la dureza de la vida con el éxito relativo que proporcionan valores como la tenacidad, el esfuerzo, el afán de superación y las manos encallecidas de quien no ha de dar un paso atrás porque nunca se le ha permitido recular.

Hoy Júpiter me pilló con bastantes horas de pizarra a mis espaldas, y tal vez por lo que trae de la vida de un instituto de enseñanza media me resultó amena. También por su exposición de relaciones familiares difíciles, lejos de teorías al uso (eso, lo de los padres y los hijos, y lo de las teorías al uso también tiene que ver con instituto de enseñanza media, ahora reconvertido en centro de educación secundaria por obra de aquellos recovecos del léxico que desea apoderarse de, si no diseñar, la realidad).

En fin, nos veremos en el Museo de Teruel. Me encantará conocer a un creador capaz de transmitir aquello que tantas veces nos gustaría decir. Por cierto, no sé si jugarme algo, pero voy a exponer una conjetura. Su intervención será breve. Me lo susurra el protagonias de Retrato de un hombre inmaduro, que además odia las citas: “Jamás he hablado tanto como hoy. Quizá de joven sí, alguna vez, pero luego fui enemistándome con las palabras, desconfiando de ellas, de ese poder que tienen para envenenar y corromper el alma y enturbiar la mirada.”




Ah, el cine-fórum pendiente es a propósito de El espíritu áspero, de Gonzalo Hidalgo Bayal, amigo de Luis Landero. Será interesante lo que se diga: me interlocutor está convencido de que no le dieron no sé qué premio porque les faltó coraje (eso dijo, coraje, creo).



Postdata: El título de esta entrada lo he robado de algún párrafo de Landero.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Suena el Campanico: Toca a Seisado



No sé si me gusta hablar de política. Lo decidiré si un día conseguimos ponernos de acuerdo sobre qué es política. Es necesario hablar de una cierta política, lo público, lo necesario para el desarrollo de la ciudad (creo que de ahí viene este término, de polis, ciudad). Otra cosa es esto de los partidos políticos, el movimiento de sillones, los apaños, el cabildeo y las promesas incumplidas o incumplibles.

Viví la Transición durante la adolescencia, días en los que las imágenes se quedan grabadas como si hubieran de condicionar los días posteriores, estrené la universidad cuando el empeño de unos cuantos consiguió que ésta perviviera en Teruel (¿Te acuerdas de aquello de “A Teruel no le sobra un Colegio Universitario”?), y cuando acabamos los primeros parciales, pasamos ratos en el bar Pegaso viendo imágenes de un intento de golpe de estado. Ha pasado el tiempo, me gusta repasar la hemeroteca y me da la impresión de que ahora que todo aquello se ha asentado, se ha echado a perder el espíritu magnánimo de muchas de aquellas personas, de ideas tan distintas y recorridos vitales tan distintos, cuando no enfrentados por años de hierro, que se empeñaron en poner en marcha un país que andaba tocado, con una tasa de desempleo desorbitada, una inflación asfixiante y la incertidumbre de la audacia recién estrenada.

No me gusta dedicar tiempo de El Alcabor a la reflexión política, y precisamente porque creo que la atención al ciudadano desde los ayuntamientos debería evitar en lo posible el mercadeo partidista, ando (pre)ocupado estos días por el desarrollo de los acontecimientos en esta parte del mundo, esta especie de poblado de Asterix donde se escribe una aventura una vez más previsible.

Parece ser que no salen las cuentas, se oyen rumores y acusaciones y es momento de recordar a todo el mundo que se juegan mucho más que una parcela de poder, la satisfacción del triunfo, o el éxito más allá de los intereses municipales.

Se oyen voces. Amenaza el desencanto general de una ciudadanía que ya andaba mosqueada y que pregunta qué “les” fastidiará más, si el voto en blanco o la abstención. Mala cosa sería ésta. Y no faltan quienes nos hacen sonreir exigiendo que se haga cargo del Ayuntamiento el Seisado. No estaría mal que la clarividencia de los turolenses que nos precedieron en aquella antigua Transición, hace ya siglos, y que delimitó nuestro ser, sirviera para que de una vez se ponga el Concejo a resolver los problemas del ciudadano.

Suena el Campanico. Toca a Seisado.

(A cada uno, lo suyo: La foto es de Amparo, de la mañana del sábado de Vaquilla de 2009. Incluyo un enlace a una noticia sobre el Seisado: http://www.aragondigital.es/asp/noticia.asp?notid=74354)

domingo, 7 de noviembre de 2010

hablando del tiempo



Hace muchísimo tiempo alguien tuvo la feliz idea de asociar los tiempos de la vida humana a ciclos determinados, de manera que eso tan difícil de entender, el paso del tiempo, pudiera hacerse más comprensible.

También se crearon analogías que nos permitieran hacernos idea de este misterio que se nos escapa. De ahí los relojes, esos círculos por los que avanza una saeta pequeña siempre que la saeta grande gire un poco más rápido, y que afortunadamente el reloj digital no ha conseguido hacer desaparecer. El intento de medir el tiempo llevó a inventos cada vez más precisos, y ahora lo raro es que un reloj vaya con retraso (antes, la gente comprobaba la hora con los pitidos de la radio en las horas en punto, aunque hubo un antes anterior en el que no existía la radio, dicen).

Aunque no suelo leer libros superventas, te confesaré que Ken Follet, en Los pilares de la tierra me hizo pensar que la valoración del tiempo no ha sido siempre la misma, dado el tiempo que llevaba construir una catedral entonces, aunque eso mismo ya lo había sospechado yo antes en vista de los comentarios de aquel soldado legendario, Caius Magnificus, de las viñetas de Asterix y Obelix, que barría las losas de piedra del suelo del Palacio Presidencial de El escudo arverno con una parsimonia que reviví y me ayudó superar el desafío mental de algunos de los servicios que me tocó hacer en la mili.

Y nuestra lengua ha recogido maneras de medir el tiempo que sin duda ahora se han convertido en algo pintoresco para los urbanitas de este siglo. Ahí tenemos que algo pueda ocurrir de uvas a peras, de Pascuas a Ramos o de higos a brevas, aunque quienes no hemos dejado la escuela, bien por tener hijos en edad escolar o por razón de nuestro trabajo docente comenzamos el año en septiembre para acabarlo en junio (y el resto, el limbo escolar, sujeto a discusión permanente y revisable, seguro).

La Administración Pública, nuestro gestor del bien común, desgraciadamente ligada a los intereses de la clase política, vive el sueño de los períodos de cuatro años, las legislaturas. Y al final de cada legislatura aparecerán proyectos que habían dormido en el fondo del cajón de la voluntad, se retomarán viejos planes pese a que se sabe que no van a funcionar porque o no va a haber tiempo o no se cuenta con los fondos necesarios y se evitará hablar de lo que no hizo, porque posiblemente lo inventó la hemeroteca.

El sueño se apropia de la sociedad cada cuatro años, donde algunos residirán cómodamente,  y ya no asistimos al parto de los montes. Esto es el parto de la ballena, que pare cada cuatro años. El mundo al revés.

martes, 2 de noviembre de 2010

MANÓNIMOS (VII)



El día de Todos los Santos, en inglés, en concreto su víspera, la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, viene de lejos: Eve of All Saints, también All hallowed Even ("noche de todos los bienaventurados", nada que ver con máscaras, esqueletos, películas de terror y temores varios de carácter escatológico hoy notablemente comercial). El día de los muertos (aquí lo hemos suavizado llamándolos difuntos, esto de los eufemismos es viejo), es hoy.





Y en el Arrabal de Teruel, donde algunos edificios antiguos sobrevivirán a la piqueta, alquien, mano anómia sin duda, lo inmortalizó en la calle Mayor en esta placa de cerámica que mandó poner sobre el portal de su casa: Rogad por las Almas.




Todos los años me viene a la memoria el parpadeo de las lámparas de aceite que mi madre dejaba encendidas en la cocina y en el comedor de aquella casa del rincón como para recordar a las almas que aunque nos durmiéramos, no nos olvidábamos de ellas. El parpadeo de la memoria, que a veces parece que se va a apagar y de pronto vuelve a la luz.

sábado, 30 de octubre de 2010

TRUCO O TRATO





Llega el fin de semana de Todos los Santos. Amanece un día nublado, triste, hace mucho que no llovía por la mañana en Teruel, y parece que el tiempo no nos va a dar el respiro que nos permita ir con tranquilidad a recordar a nuestros seres queridos, como si unas flores o un paseo por el cementerio nos fuera a aliviar del sentido de orfandad que todos tenemos y que la edad seguramente acentúa.


De un tiempo a esta parte parece que se apodera de la fecha esto del Halloween del que más de uno sacará tajada, como si fueran éstos días propicios para la horterada gore de una globalidad que nos hará olvidarnos de dónde venimos, cuando tanto se habla de identidad y nos encontramos con que a la vida aparentemente apacible del Teruel que duerme mientras el gris se apodera de sus plazas y de sus calles le ha salido al encuentro la camarilla de la noche de Todos los Santos que, desafiante, con el cesto el la mano, tal es su voracidad, toca a la puerta y nos espeta un exigente “truco o trato”.


Algunos dirán que ya lo sabían, otros que lo veían venir, otros parece que se alegran porque ven el camino despejado para sus ambiciones, pero Teruel amanece sin perspectivas, con el sillón de la Alcaldía que cojea más de lo que venía cojeando desde las últimas elecciones. Cosas de pactos, apaños, vendettas familiares y decepciones a las que todo el mundo tiene derecho.


Truco o trato, ya se sabe. Y la ciudadanía, sin saber quién es Abel ni quién es Caín.

El ciudadano de a pie, el pagafantas de toda la vida, a quien nunca se le ha consultado lo que piensa, se ha vuelto a quedar con el culo al aire, como si unas elecciones de listas cerradas, herméticas, selladas, equilibradas mediante pactos difíciles de sostener (tente-mientras-cobro) reflejaran su sentir. Pasea por el gris que nos rodea (nadie le ha preguntado por su modelo de ciudad), bien de interés cultural tras más de tres décadas de espera, y ve que sus servicios, la gestión del día a día de sus necesidades más próximas, queda en el aire. Pendiente del truco o trato de este Halloween global, horterada gore que nos persigue, que nos mantendrá en vilo hasta pasado el verano próximo.



Truco o trato. Quién es Caín, quién es Abel.

domingo, 10 de octubre de 2010

Profe, profe, una pregunta...






Servidor no hizo huelga el pasado día 29 de septiembre. No sé si tenía motivos. Tal vez sí, si es que la huelga ha de ser la manera de manifestar mi desacuerdo con lo que puedo (y de hecho considero) considerar una injusticia, una sucesión de errores de quienes toman decisiones que incumben a mi bolsillo, a mi actuación como consumidor / ahorrador / inversor, y a mi condición de ciudadano (en ete caso, contribuyente).


No he hecho huelga nunca, no sé si será porque he tenido la suerte de vivir una vida holgada: nací en el primer mundo, mi generación llegó a España con un pan debajo del brazo, pude estudiar en la universidad porque las condiciones que a otros se lo negaron a mí me lo permitieron, accedí al mercado laboral en el momento adecuado y además, contra todo pronóstico (de esto ya te contaré, me pasó por estudiar Letras), pude elegir dónde y cómo iba a trabajar. No sé si (o cuánto) puse de mi parte, pero aquí caí, en una profesón que (desgraciadamente para nosotros, al decir de tantos) contiene un alto porcentaje de savia vocacional, la enseñanza, aunque no es ésta palabra adecuada, porque con tanto cambio de ley y programa educativo, no sé si ahora enseño, educo o simplemente ayudo a que quien aprende (si es que de aprender se trata) a llevar a cabo las competencias que quienes diseñan los planes escolares consideran más importantes, convenientes o necesarias.


Y estos días he oído de todo. Que pagamos la crisis que otros crearon. Que la cosa está así porque gastamos más de lo que podemos (no sé si el nosotros se refiere a los seres particulares o a los gobiernos, estados o similares. Que se despilfarra el erario público, sin pensar que esto de la economía, como la vida misma, es cosa de ciclos. Que quienes demandan servicios de primera tendrán que pagar de primera. Que quienes representan a los trabajadores están en la pomada del juego político y sirven o no al gobierno de turno según sus intereses (o sea, el número de liberados, las subvenciones estatales y los cursillos que les concedan).


Sólo sé que aquí, como está empezando a pasar en otros aspectos de la vida, la cosa iba por un lado, y la vida real por otro. El día de la huelga, salvo los temores de las grandes ciudades de la víspera y los medios de comunicación, fue poco distinto de un día normal.


Y la crisis, lo que ha de venir, sigue su camino. Sea un problema global o cosa de aquí.


Me preocupa la foto que he subido hoy: con la que está cayendo, alguien sonreirá, seguro.


De entrada, no hice huelga. No por un recorte salarial. Tampoco por una crisis que no seré capaz de comprender, seguramente porque no me voy a fiar de quien me la explique. Sí me apuntaría a una buena movida si de una vez alguien me pidiera que ayuda para tratar de cambiar lo que veo cada día en el mundo de la enseñanza, educación, (in)competencia, o como ahora le quieran llamar a lo que hago cada día.


Por eso, cuando me preguntaron en clase por qué no hacía huelga, contesté: para mí es más importante que tú hoy tengas clase, un derecho que no deseo evitarte. Efectivamente, no coló.


Desconfío, me agarro a un escepticismo que no sé si será sano. De todo esto, alguien saca una sonrisa. Y tajada.

sábado, 25 de septiembre de 2010

augures



Entré en clase y me soltó, así, a bocajarro, como sólo saben hacer quienes están despertando a esta red tan complicada de acontecimientos que es la vida, si les iba a contar el significado de la palabra inauguración, ahora que se veía movimiento inusual alrededor del instituto recién estrenado que anda en pleno proceso de adaptación a un espacio en el que se hará un hueco con personalidad propia, como no podría ser de otra manera.

Me lo espetó, sin duda, porque aunque acaba de llegar, ya le habrán contado que me gusta recoger (y mostrar, no sé conseguiré evitarlo algún día) fósiles, sobre todo los de las palabras con las que nos tropezamos todos los días, testigos de nuestra historia que a veces nos dicen quiénes somos, por mucho que por el desgaste del uso nos hayamos acostumbrado a ellas como quien busca cómodamente la tranquilidad de no escuchar a quien le canta las cuarenta.

Me lo pienso, había hecho propósito de no distraerme con estos peñazos, pero me pueden las ganas. Inaugurar debe de tener algo con los augures, esos personajes que se dedicaban a adivinar el futuro mediante la observación de las aves, de su vuelo o del movimiento de sus alas. Por eso, en la Roma antigua, cuando se iba a abrir un nuevo templo, se invitaba a los augures para que vaticinaran si el momento era propicio. De ahí, lo que hacemos ahora: empezar la vida en nuevo lugar con solemnidad, como para ayudar a creernos que lo que vamos a hacer es importante.

No faltaron los comentarios: que si iban a venir muchos pájaros (!), que si iban a predecir el futuro, que si íbamos a tener fiesta, que si por qué unas aulas se habían preparado y otras no para la visita... Fue día de inauguración solemne, con muchos invitados, exhibición incluida de lo que se va a poder hacer allí en un futuro más o menos inmediato, que a alguien le pudo parecer teatro. Y buenos deseos, a veces expresados con gancho de trapero, que se acercan días intensos.

No faltaron los medios de comunicación, y muchos de los protagonistas (eso creyeron ellos, que eran protagonistas) se sintieron decepcionados. Ellos lo llaman timo. Vaya timo, no hemos salido ni en la tele ni en las fotos. Es lo que pasa. La trama de acontecimientos que nos toca presenciar y que a veces creemos protagonizar, a veces, vuelo de un ave difícil de interpretar, y lo que para ti es importante para otros, augures que vaticinan sobre lo propio y lo ajeno, no es más que imagen de un instante al que se añade un mensaje que tú no te esperabas.

Postdata: Como su despertar es rápido, me preguntó cuando salía de clase si volverán todos cuando se inaugure la otra mitad del instituto, el curso que viene. Llegará lejos esta chica, no lo dudes. Buen augurio.

martes, 14 de septiembre de 2010

Y el héroe de este siglo se subió por los tejados.


Decía la semana pasada que todavía es verano. Y es verdad, todavía es verano, aunque es inevitable que muchas veces, ahora que la pereza de la temperatura más baja se va adueñando de la mañana, te cruces con quien te cruces, acabes hablando del tiempo. Que si refresca, que si esta mañana había niebla (mucha, me decía un forano, para lo poco caudaloso que es el río, como si lo de la niebla fuera cosa del río – es cosa de las tardes de paseo), que si el día acorta, que si hoy se metía el sol a las ocho y media de la tarde en la Vega, cada vez más cerca de Teruel (un día te hablaré de alguien que siempre escribía y pronunciaba la palabra vega con mayúscula). En fin, lo de siempre, un adverbio tan incierto este siempre que a algunos les da seguridad y a otro los saca de sus casillas. Hablando de casillas, este verano pasado (el que ahora acorta buscando un reposo que alfombrará de hojas amarillas el otoño ese que dicen que aquí no existe) fue el verano del deporte.

Ganó España el mundial de fútbol, perdió España hace nada el de baloncesto, Nadal y el Tour de Francia vibraron, y anduvo todo revuelto con los anuncios del ministro de guardia del verano, que se lanzó a avisarnos de subidas de impuestos (eso nos pasa por anhelar servicios de primera, decía), recortes de inversión pública y marcha atrás cuando quien quiere y puede se ha quejado. Otro deporte, sin duda, que nos tendrá, me malicio, alejados de la realidad tan dura que nos rodea. No se hablaba otra cosa que de la crisis este verano, en vista de los números de visitantes, pernoctantes y turistas que se autoabastecían en el supermercado para ahorrarse los gastos.

Se revolvieron los medios de comunicación cuando abrió la boca el ministro (ministro encargado de ir desplegando la sonda cada verano, a ver cómo responde el personal a lo que viene en otoño), y el presidente del Gobierno viajó a China para mostrar al mundo las virtudes de Miguelín (el grande), y ganar en credibilidad en aquel abierto-veinticuatro-horas que parece tener la clave del futuro. Y aquí, la casa sin barrer.

Con todo, no me extraña que Bob Esponja, héroe del siglo XXI que no sabemos si será capaz de bajar del pedestal al Mazinger Z de nuestros días, se acabara subiendo por las paredes. No me extraña, aunque soplan vientos de cambio: las historietas de toda la vida, Zipi y Zape, Mortadelo, Pepe Gotera y Otilio, Carpanta y el 13 de la Rue del Percebe siguen gustando a toda esta generación que se cría ante la pantalla del televisor pero acaba de descubrir el secreto de la letra impresa e ilustrada.

PD.: Me hizo sonreír la pregunta de C cuando descubrió que las historietas también eran entretenidas. ¿La pregunta? En qué orden se leen las viñetas (respuesta: de izquierda a derecha y de arriba abajo).

miércoles, 8 de septiembre de 2010

MANÓNIMOS (VI)


Me ha contado más de una vez algo que tenía aquello que nos pasa con frecuencia a todos, cuando nos parece que las condiciones son óptimas para contar un recuerdo personal que no contaríamos en otras circunstancias, y a quienes nos escuchan, en vez de comprender la solemnidad de nuestras palabras, solidarizarse con nuestros sentimientos o al menos respetar nuestra intimidad, les da por (son)reír, y estamos seguros de que más adelante lo utilizarán para meterse con nosotros con un “anda, cuéntanos lo que te pasó tal día”, y conseguir que el círculo de los sonrientes o abiertamente rientes se amplíe de manera que hubiéramos sido capaces de prever de haber sido más prudentes.

Pues bien, me ha contado más de una vez que le pone muy melancólico ver fotos antiguas (no tan antiguas, basta que sean fotos de su niñez o de su época escolar), esas instantáneas en las que aparece en pantalones (muy) cortos, con el pelo corto, delator de unas entonces sólo incipientes orejas de soplillo que me lo tenían acomplejado, y con una mirada que ahora le parece tan inocente que explica lo que ha sido su vida después.

Me ha contado que entonces, en aquellos pantalones muy cortos, cabía de todo en unos bolsillos que no tenían fin, y que su madre, harta de encontrar de todo en los cajones de aquella mesita de noche que tanto se estimaba, le hacía vaciar el contenido de los bolsillos sobre la mesa del comedor y explicarle por qué llevaba cada una de esas cosas que hacían tanto bulto que acababan por reventar el pantalón.

Avergonzado, como muestra su cara en la foto que tenía entre las manos mientras me lo contaba, relataba el proceso de desatasco: un par de huesos de matamuchachos, un pañuelo amarillento, arrugado y con gotas de sangre de algún reventón de nariz, un chicle, canicas, la entrada del cine La Salle de la sesión numerada del domingo anterior, una bolsa de pipas vacía, cáscaras de pipas que antes estuvieron en la bolsa, cromos arrugados y descoloridos de Miguel Ángel, Sol, Camacho, Benito y Pirri...unas hebras de tabaco que le van a costar un buen soplamocos, migas de pan, una peonza y una cuerda, además de la llave y el candado de la bici, con los consiguientes restos de grasa de la cadena que se salía cada dos por tres.

Ya no me puedo aguantar la risa, a la vista de la cara que debió de poner delante de su madre, que se iba secando las manos en el delantal mientras se preparaba para darle el soplamocos habitual de su psicología aplicada, mientras asegura que debió de ser entonces cuando decidió que nunca más llevaría nada en los bolsillos que no fueran un par de llaves, un pañuelo y algo de dinero.

Por eso, renunció después a llevar una bolsa de costado o un bolso que lo liberaran de bultos en los bolsillos pero que no iban a impedir que siguiera acumulando objetos, recuerdos y material reciclable. Y cuando le dan un recado, lo apunta en la pared. Debió de necesitar un día un fontanero, pidió información y la escribió en esta pared, auténtico redescubrimiento de las Páginas Blancas.

Conozco su mala memoria, es incapaz de recordar un número de teléfono, y cada vez que necesite llamar al fontanero, acudirá a este lugar manónimo donde permanecerá para siempre la información de las páginas blancas improvisadas, propias de alguien que se hartó de llevar cosas en los bolsillos, y que no piensa cargar con un bolso que, total, sólo contendrá lo que él era capaz de llevar en aquellos pantalones cortos, bien cortos cuando miraba con pena a la cámara de fotos de quien se empeñó en perpetuar la memoria de su infancia, que a él ahora le ataca con sus accesos de melancolía y que hace las delicias de quienes le escuchan en momentos solemnes en los que la intimidad se le escapa sin darse cuenta.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Todavía es verano. Que conste


Todavía es verano, que conste.

Pero anoche, la agitación del cielo, con ese olor a tormenta húmedo e inquietante, nos hizo dormir con la indecisión propia de estos días: cierro la ventana, dejo la ventana abierta, no sé qué hacer. Tantas cosas hemos oído contar aquí de los males de la corriente cuando llega el primer aviso del final del verano.

Se cerró el cuaderno de El Alcabor hace unas cuantas semanas, y al regreso de aquellas vacanciones prometidas, al abrir este rincón, me ha costado reconocer lo que antes era habitual. Tras el cambio de actividad (la mejor definición de descanso para quienes raramente duermen muchas horas o apenas abrazan el calor de una siesta), lo invade todo la necesidad de cerrar el cuaderno de bitácora definitivamente y dejar correr el agua, como si la decisión de abrirlo un día hubiera sido fruto de la precipitación o de un afán (vano, hay que reconocerlo) de perpetuar la opinión propia. Hay mucho ruido en el entorno, ruido opinador me gusta llamarlo, y no faltan voces, alaridos con frecuencia, que no son sino eco de otras opiniones y de otros quehaceres mejores. Vete a saber si lo más recomendable será el silencio, el fomento de una vida interior que ayude a entender este mundo que se desboca, un tiempo de mirar hacia adentro, de vivir un día a día tranquilo en la medida de lo posible.

Me ha dado que pensar un libro de Miguel Mena, Piedad, uno de esos libros que a veces lee uno por casualidad. Seré sincero: me atrajo la tapa, lo hojeé, y lo leí. Me ha dado que pensar, digo. El libro es algo así como el acomodador del cine, de aquel cine de antes, en el que tanta gente llegaba con la película empezada, y siempre había alguien (me acuerdo de Maximino), que tenía el cine, butaca a butaca, en la cabeza y te colocaba en tu sitio en un minuto. Pues así es este libro. Vas despistado, a lo tuyo, llegas tarde, y un texto te lleva a una foto con la que el autor se encontró en algún recorrido aparentemente imprevisto. Se lo tendré que agradecer un día a Miguel Mena, pero ha conseguido que ahora me lo piense dos veces antes de subir una foto, y mucho peor aún, comentarla al calor de este rincón de la casa donde lo suyo es hablar bajico.

Seguiremos. Espero no hacer ruido, y que alguna vez sonriamos.

Ayer, antes de la tormenta, me crucé con Teresa en la plaza del Torico. Me preguntó por qué llamo Manónimos a los mensajes escritos que encuentro por la calle. Gracias, lectora. Eres única.

miércoles, 30 de junio de 2010

MANÓNIMOS (V)



Nos vamos de vacaciones, no sé si nos iremos cantando (de ahí, vacanciones) como el dueño de esta persiana, y mucho nos tememos que el definitivo recorte o congelación de sueldo (y de paga extraordinaria, dentro de un rato saldré de dudas) nos haga veranear de costa a costa (unos días a costa de los suegros, otros a costa de los amigos, habrá que conseguir que las cuentas cuadren), y encima les hacemos el favor de brindarles nuestra compañía. Con dos... canciones, pues, emprendemos la marcha. Nos vemos, si eso, en septiembre. Saludos.

sábado, 26 de junio de 2010

ONRÍE




La sonrisa, al igual que el sonido de la ese, delata a quien sonríe, aunque la sonrisa no siempre ha de ser sincera (vale tanto para ocultar como para mostrar sentimientos), y el silbido de la ese sonrojará a quien susurra, que será descubierto por el leve roce traidor de la lengua con los dientes, y quedará en evidencia como quien sorbe la sopa.
Por eso, lo mejor que le puede suceder a quien desee sonreír sin que los ajenos, no siempre bienintencionados, descubran sus recovecos interiores, será prescindir de la ese al sonreí. De ahí, mi recomendación frente a la ese traidora, frente al sonido sibilante del susurro que serpentea sinuoso: onríe.


PD: La foto, además, me ha recordado los problemas que se le plantean al protagonista de El orden alfabético de Juan José Millás, que un día descubre que empiezan a desaparecer letras del alfabeto, y las consecuencias son tremendas. Una auténtica pesadilla.

miércoles, 23 de junio de 2010

MANÓNIMOS (IV)





Desconozco si quien fijó tan celosamente (con tanto celo) este anuncio pretendía dar clases de inglés o simplemente hacer pública la particularidad de su anatomía. Copio del Diccionario de la Academia varias acepciones del adjetivo particular que se prestarán a interpretaciones diversas, según la hora del día, la predisposición lectora o el tiempo que quien lo lea haya estado al sol de estos primeros días de verano. Vamos a ver:


Particular.
(Del
lat. particulāris).
1. adj. Propio y privativo de algo, o que le pertenece con singularidad.
2. adj. Especial, extraordinario, o pocas veces visto en su línea.
3. adj. Singular o individual, como contrapuesto a universal o general.

(...)
5. adj. Se dice de lo privado, de lo que no es de propiedad o uso públicos.
(...)



Visto lo visto, pudiendo elegir, siempre queda la opción de la siguiente fotografía, que ofrece simplemente ingles. Sin concretar. Es verano, algo habrá que hacer para matar el ocio.






miércoles, 16 de junio de 2010

MANÓNIMOS (III)




Menos paciencia tuvo este vecino, que harto, y tal vez por encontrarse en lugar menos poético que el amigo de la merienda del perro de la calle del Rincón (ver Manónimo II), se lanza a la amenaza: que se atenga a las consecuencias... ¿de que lo pillen? ¿de haber meado? ¿Se trata de un simple aviso, como advierten las mayúsculas? ¿Es un intolerante? ¿Está harto del botellón? ¿Sale gratis mear en la calle o en los portales?
Mi acompañante, el de la lengua materna/paterna del otro día, alucinó al llegar a casa, después de haber buscado en el diccionario el significado de marrano. No entendió nada, y recurrió al cine en un correo electrónico que me envió para expresarme sus sentimientos. Me decía que esto de entender los carteles era "micción imposible". Ahora ando intentando explicarle que ante e, i, la letra ce no se pronuncia ese.


Nota. Me recomienda un cultureta amigo que, puestos a hacer la gracia con los errores de los hablantes extranjeros, aconseje leer La tesis de Nancy de Ramón J. Sender. Hecho.

viernes, 11 de junio de 2010

IMPOSIBLES (XIX)




Muestra esta pared un imposible que habitualmente pasa desapercibido (siempre tendrá un coche aparcado ahí mismo), y el paseante, dotado de la lentitud elefantina característica que permite pensar además de andar a quienes no tienen muchas luces, no apreciará el motivo de tal inclinación, de manera que el agua de esta bajante, canalera, desagüe (desaugue al decir de alguno), tubería con forma de paralelepípedo o como quiera que se llame, habrá de someterse al capricho chapucero de quien tal vez desde el principio supo que la cosa no iba a quedar bien, y no se molestó en acercarse hasta ahí mismo a buscar una sierra, una radial o similar que demostrara que el tamaño sí importa.

Canalera, bajante o como se llame: me niego a caer de nuevo en la erudición del diccionario de la que habla Luis Landero en su Retrato de un hombre inmaduro , verdadero compendio de las manías que siembran su obra anterior, y que me está haciendo sonreír en días de ruido, preocupaciones y sinsabores:

"...eruditos de diccionario... es decir, el que rebusca, expolia, al que roba la flor para lucirla en el ojal. El chulo de putas del diccionario. El que no hay frase que no deje algunas palabras de propina."

Prevención: Landero, unas líneas más abajo, abomina de las citas. Andaré con cuidado: "¡Ah, las citas! ¿Quién no tiene veinte o reinta frases memorables, ases en la manga, tinta de calamar, uña de alacrán, palo de ahorcado, sagrado al que acogerse, pata de conejo, sonajas mágicas...? Y, en último extremo, ahí está la cultura china o el filósofo griego, de los que todos llevamos alguna participación, como en la lotería de Navidad."

miércoles, 9 de junio de 2010

MANÓNIMOS (II)


Servidor, por circunstancias de la vida y mayormente por su trabajo, ha tenido que enseñar la ciudad a personas cuya lengua materna era otra que el español. Hasta aquí no ha llegado ningún comisario de corrección política y no me veo obligado a escribir lengua paterna, ni castellano, aunque mejor no voy a dar ideas, que lo políticamente correcto y la complejidad del lenguaje se llevan bastante mal.
Decía lo de esta gente que aprende nuestra lengua o tiene un conocimiento más superficial de ella a propósito de un rincón de la ciudad de Teruel que me gusta enseñar. No este muro, sino el de la Fonda del Tozal, lugar bello donde los haya, junto al lienzo de la vieja muralla. Desde allí resulta inevitable que la vista se pierda en este punto que lleva camino de perpetuarse, y que una mano anónima decoró con una sorna, coña, humor, escepticismo y vete a saber si buen talante que supera la pobreza de cualquier ordenanza municipal.
Y cuando visitas el lugar con un guiri, explícale tú lo de la merienda. Y no precisamente porque estos no merienden (cenan a las siete de la tarde los pobres).

viernes, 4 de junio de 2010

Todo terreno

Confieso que muchas veces (habitualmente, lo reconozco), en el pasillo del Primer Ciclo de la ESO del Chomón que en su día creció hasta apoderarse de un pabellón del colegio Atarazanas que más adelante acabó de okupar el centro asociado de la Uned, es raro el día que no me confundo de clase, y entro en Primero A cuando me toca con Primero B, y al revés, o subo un piso cuando en realidad tenía que subir dos, para mayor acrecentamiento de la mala fama que persigue a quien se pierde incluso en su rutina diaria.
Por este motivo, no sé si la conversación de la que voy a hablar hoy (conversación coral: se oían voces que rara vez participan en la clase, un concierto que ha acabado por desconcertarme) ha sido con la gente de un grupo del otro (hacía calor, estamos acabando el curso, no tenía(n)(mos) muchas ganas de acabar la actividad que les había propuesto (raro eufemismo, ¿desde cuándo propone un profesor lo que se hace en clase?, aunque bien pensado, el profesor propone y el adolescente, ser en vías de perderse en la enormidad de piernas, manos, gallos de una garganta desentonada que aún tiene mucho que decir y el acné incipiente que lo tiene descolocado, dispone.
Se trataba de rellenar una ficha con los datos de un personaje famoso (nombre, edad, gustos, aficiones, costumbres, familia) para hacer una presentación oral, y me ha sorprendido que muchos elegían trabajar a partir del fenómeno mediático del siglo XXI, Belén Esteban, que según leo, ha entrado como tal en los debates del congreso sobre lenguaje y periodismo que tiene lugar estos días en San Millán de la Cogolla, cuna de las primeras manifestaciones escritas de nuestra lengua.
Por lo visto esta señora, mayor, muy mayor según ellos (¡por lo menos tiene cuarenta y ocho años, como mi padre!), y cosida a silicona (algo decían estos observadores de los medios de comunicación al respecto, también de los agujeros de la nariz de la…periodista, comentarista, actriz, locutora… - ahí no se ponían de acuerdo), esta señora, decía, está en televisión a todas horas.
En fin, he decidido acabar la actividad como he podido (más bien la he degollado), y he evitado cualquier comentario que pudiera fomentar aquello que tanto gusta de llevar la contraria. Y no sólo porque decían que esta señora tiene mi edad (casi) o porque me haya dolido que eso sea ser mayor.
Mayor me he sentido, luego, cuando volvía a la sala de profesores, y me acordaba de otro fenómeno mediático de hace años, don Jesús García, el abuelo del anuncio del todoterreno que conquistó la simpatía de tanta gente, cuando ni se nos ocurría pensar en los nuevos iconos de la televisión.
Uf. Junio. Los pasillos del Chomón viejo están a punto de quedar en silencio para siempre.


martes, 1 de junio de 2010

MANÓNIMOS (I)




Anda estos días revuelta la Administración Pública, y no es de extrañar. Pero para mayor tranquilidad, la foto es anterior al tijeretazo, bajada de sueldo y quemequedecomoestaba que afecta a quienes trabajamos en el sector público. La imagen me hace reflexionar, y cuando menos, sonreír. Está claro que esta dependencia administrativa no ha optado por la sostenibilidad y prefiere que el lugar esté bien iluminado sea cual sea la hora del día.
No se fían de los interruptores esos que permiten que la luz se apague pasado un rato, y además tienen un problema añadido: alguien les roba el Diario. No puede tratarse del Boletín Oficial del Estado, diario que sólo aparece en formato electrónico, y algo hace sospechar que se trate de Diario de Teruel.
¿Ha de estar la luz encendida para que ahí se pueda leer el Diario? ¿Se puede apagar la luz cuando alguien se ha llevado el Diario?¿Se ha de volver a encender si el lector arrepentido o ya bien informado decide devolver el Diario a su punto original? ¿El Diario es un detalle de la dependencia administrativa con sus visitantes, a quienes así resultará más amena la visita? ¿Si no es así, para quién es el Diario?
Por más vueltas que le doy, no hallo respuesta. Mensaje anónimo que viene bien en esta sección de manónimos porque la autoría desea que nadie meta mano al enigmático Diario.Tal vez fue pegado ahí por un visitante que desea tener lectura porque odia hacer cola, claro que ahora la mayor parte de las gestiones se pueden hacer por internet.
También leer la prensa, diaria o no, y pagada por el bolsillo propio.

domingo, 30 de mayo de 2010

Alborozo




El Museo de Teruel acogió el pasado sábado (29 de mayo, coincidiendo una vez más con otros actos culturales, la gran cruz de la cultura en la ciudad de Teruel) el recuerdo del 400 aniversario de la expulsión de los moriscos de Aragón. Con tal motivo, se presentó la Bibliografía y fuentes para el estudio de los moriscos que ha editado el Centro de Estudios Mudéjares, así como el facsímil del bando que materializó la deportación de estos ciudadanos aragoneses en 1610.
Abrió el acto José Manuel Latorre Ciria, y la Consejera de Educación del gobierno autonómico y el Presidente de la Diputación de Teruel hicieron entrega del bando a representantes municipales de diversos lugares de la geografía aragonesa. Al final, el marco de la logia del Museo acogió un concierto de Al-buruz (Alborozo), dirigido por Luis Delgado, artista especializado en música andalusí y medieval que siempre ha estado vinculado a Aragón y en particular a Teruel, donde, como repitió en varias ocasiones, el público le trata con generosidad. La que él merece.
Hasta ahí, el acto de ayer, y la redondez de la cifra, una palabra que apenas utilizamos, y cuya existencia he tenido que consultar en el diccionario: cuadringentésimo aniversario.
Viene a propósito este centenario para recordar que en la ciudad de Teruel, además de edificios que algún documento citado ayer por el alcalde don Miguel Ferrer que ya denunciara en tiempos pretéritos el mal estado de los mismos, sólo nos quedará como patrimonio de los moriscos el diseño de las acequias que surcan la Vega de Teruel. Quizá sea este un buen momento para (tranquilo, alcalde, esto es barato, no hará falta acudir a crédito extraordinario) recordar los nombres de cada acequia, señalizarlos, colocar un croquis y sugerir un paseo que contribuya a sacar del olvido la historia y recordar a estos ciudadanos que en su día, por las complejas circunstancias de la historia, tuvieron que abandonar su vida, sus familias, su trabajo. Hasta el veintiuno por cien de la población del Teruel del siglo XVII, se dijo.
Como muestra la foto, los regantes de Teruel mantienen los vestigios de la vida de las acequias y recuerdan a los usuarios sus obligaciones. Y todo está escrito, también por las paredes, testigos de la vida de una ciudad tan vinculada al agua.

jueves, 20 de mayo de 2010

a por la tercera

No lo hago por los diez euros de descuento que ofrece el Cai Voleibol Teruel por cada nuevo socio que consiga para la temporada que viene. Pero merece la pena participar en esta fiesta.

martes, 18 de mayo de 2010

Arreglo de la Catedral - El alcalde de Teruel da su opinión



A partir del minuto 38 y pico de este audio de un programa de la cadena Cope, la contestación de Miguel Ferrer, Alcalde de Teruel, a una pregunta sobre el post anterior.
Interesante: reconoce que la portavoz de su partido no está muy puesta y necesita llamar a alquien que no se puede poner porque está asistiendo a alguna reunión. Hagan apuestas sobre el futuro del arreglo.
Y luego dicen que no nos fiamos.

sábado, 15 de mayo de 2010

Sentir común, sentido común




Copio unas líneas de la nota de prensa de las Cortes de Aragón aparecida el pasado 12 de mayo, con motivo del debate en comisión de la terminaciónd de la reforma de la Catedral de Teruel, y adjunto una sesión fotográfica que pone a cada uno en su lugar. Creo. No sé si el debate fue sobre esta catedral o no.


"...Los diputados de la Comisión (de Educación, Cultura y Deporte) han debatido una iniciativa del PP, que no ha contado con el apoyo suficiente, sobre la continuación de las fases del Plan Director de la Catedral de Teruel.
Para Miguel Navarro (PP), el plan director impulsado por el Ministerio de Cultura ha completado su “primera fase de la restauración”, pero todavía queda pendiente “una actuación integral en toda la cubierta y en las fachadas de la catedral, así como las actuaciones previstas en el interior del templo, la habilitación de un espacio museístico y la restauración de bienes muebles”. De este modo, Navarro ha pedido “financiación presupuestaria suficiente que permita desbloquear la licitación de nuevas fases de restauración” y que ha valorado en cerca de 1,2 millones de euros.
En el turno de intervención del resto de grupos, Ángel Tomás (PSOE) ha considerado que “la Catedral de Teruel es la de mejor conservación en todo Aragón y el Gobierno autonómico es plenamente consciente de lo que queda pendiente por hacer”. Para Tomás, “el Ministerio de Cultura está actuando de forma correcta” y “está comprometido a finalizar las actuaciones que figuran en el Plan de Catedrales”.
Desde el PAR, su portavoz, María Herrero, se ha manifestado en contra de la iniciativa porque, según ha explicado, “en estos momentos la Catedral de Teruel está en perfecto estado de conservación”.
Mientras que CHA ha respaldado la iniciativa y Nieves Ibeas ha afirmado que “los argumentos son suficientemente claros”, por lo que también se ha sumado a la petición de agilizar las fases pendientes de la restauración.






































































martes, 4 de mayo de 2010

Tejer, destejer y encaje de bolillos




Se acerca el final del curso académico, muchas familias andan ya con la lógica preocupación por los resultados de sus hijos, y quienes han de elegir centro por primera vez se inquietan porque no acaban de tener claro si los suyos obtendrán plaza en el centro que han elegido como primera opción, aunque parece que las medidas de la Administración asegurarán la cercanía al domicilio, al menos.
En los centros de Secundaria, que también tienen enseñanzas de Bachillerato y Formación Profesional, pese a su nombre, continúa el final de la cuenta atrás que ya comenzó hace unas semanas, cuando el alumnado de segundo curso de los ciclos de Formación Profesional (los hay de grado medio y de grado superior), pasó por su evaluación final antes de incorporarse a las prácticas de formación en empresas, último paso (que no trámite: es el contacto con la realidad, fuera de lo que sería más o menos la burbuja de un centro educativo, y la nueva tarea tiene otro tipo de exigencias), anterior a su paso al mundo del trabajo, y en algunos casos, creo que pocos, universitario.
Comienzan los alumnos de segundo curso de Bachillerato su serie de exámenes y recuperaciones, que terminará a comienzos de la tercera semana de este mes, y mantendrá a sus familias también en tensión, que ven cómo el final de una etapa de la vida difícilmente controlable se aproxima. Efectivamente, se juegan mucho, el bachillerato español es corto, hay muchas asignaturas, y las notas de corte (las que les habrán de permitir acceder a los estudios que deseen, o por el contrario los lanzarán a una segunda o tercera opción, incierta por lo que tiene de remota) están ahí, siempre presentes. Luego, la temida selectividad (sí, ahora llamada Prueba de Acceso a la Universidad, aunque no ha perdido su carácter selectivo, por muchos cambios y retoques a los que se la someta).
Llegará luego el resto del alumnado (primeros cursos de ciclos formativos, primero de Bachillerato, toda la Secundaria) a un proceso de evaluación final cuando menos interesante. Primero de Bachillerato acusará un sistema de calificación y unos criterios de calificación basados en sus conocimientos, por primera vez en su vida, porque la Secundaria siempre ha tenido un sistema de calificación complejo en el que no sólo contarán los conocimientos sino otros factores que vienen dados por el carácter comprensivo (he consultado el Diccionario de dudas de la Academia, y tal vez debiera llamarse esta enseñanza comprehensiva, si se tratara de evitar así confusiones) de estas enseñanzas. Un momento de confusión, también administrativa y burocrática, que hace que en los claustros docentes y en los departamentos didácticos se gaste (o desperdicie, de todo hay) mucho tiempo en el blindaje de las programaciones ante el fenómeno cada vez más frecuente de las reclamaciones de notas finales, que a veces se sustentan en motivos confusos o ambiguos, si no es que se pone en duda la capacidad del sistema (en este caso, del profesorado) de emitir un juicio válido, objetivo y ponderado.
Hasta aquí, lo de todos los años. Un motivo más de preocupación para un sector importante de la comunidad educativa de la ciudad de Teruel es el nuevo IES Segundo de Chomón, que a estas alturas de curso sigue sin ver despejadas las incógnitas que cuando el traslado se veía como algo lejano en el tiempo tenían sentido, pero que a fecha de hoy pienso que deberían estar solucionadas.
El acceso al centro, en buena lógica, y si se han de evitar peligros innecesarios pero evidentes, habrá de ser por una zona que todavía ha de urbanizarse, el Polígono Sur. En su momento, se aseguró que nunca se accedería al centro por la rotonda de la carretera de Castralvo, Fuenfresca y Variante Sur. Dado el alto porcentaje de alumnado procedente del Polígono de la Fuenfesca, habrá que dar una solución, parece ser que en forma de paso de cebra iluminado, elevado y protegido. De acuerdo. Ya veremos si es seguro, en vista del número elevado de usuarios del centro, y el volumen del tráfico en aquella parte de la ciudad, que habrán de coincidir en horas punta.
Lo único seguro es que quien planifica no tuvo en cuenta que el emplazamiento de las nuevas instalaciones iba a dar servicio a una comunidad separada por una barrera tan peligrosa como es una carretera. En su momento, hace años, pero seguro que consta en la correspondiente acta del Claustro del Segundo de Chomón, el entonces director provincial aseguró que el nuevo instituto nunca se construiría donde va hoy: al otro lado de la carretera, junto a la vía del tren. Otro problema que complicará la vida de quienes estudien, visiten o trabajen en el nuevo instituto, por mucho que se construya un muro que asegure que nadie va a bajar hasta la vía, ni siquiera a por un balón que se pierda en un recreo.
La incertidumbre continúa cuando todavía no se sabe si no es por rumores qué enseñanzas y cuándo se van a desplazar a la nueva sede del instituto. Parece ser que las familias profesionales de Automoción y Electricidad van a quedarse en las antiguas instalaciones. ¿Se han habilitado ya espacios para ellos en el nuevo Chomón? ¿Si se quedan en el viejo, cómo se van a reciclar unos espacios de talleres con semejante volumen construido, con sus techos altos y consiguientes gastos? ¿Irá allí el salón de actos que dicen que no se ha construido en el nuevo? Porque en el nuevo Chomón dicen que no hay salón de actos. Triste, cuando una de las señas de identidad de este centro educativo es su salón de actos, tan utilizado como un espacio ordinario de las enseñanzas y actividades que alberga el centro, y como punto de encuentro con padres, actos públicos e incluso claustros de profesores. Al igual que la biblioteca del centro, un espacio necesario, utilizado, frecuentado, premiado, muy valorado por la comunidad educativa del Chomón, que va a ver mermada su instalación en detrimento de actividades habituales y de necesidades más que evidentes
No quisiera ser negativo. Es lo que tiene la poca información que recibe una comunidad tan amplia como la del Chomón, que se ha caracterizado por su carácter pionero. En sus viejas instalaciones, en las que se ha invertido poco y se ha parcheado mucho porque, total, nos íbamos a ir pronto (lo llevo oyendo desde septiembre de 1990, cuando tuve la suerte de incorporarme a este equipo educativo), se han comenzado muchas de las nuevas enseñanzas que se han generalizado más tarde, y siempre se ha recibido alumnos que tal vez no tenían hueco en otros centros, y encontraban en el Chomón algo que se adaptaba a sus necesidades educativas, especiales, diversas, y en definitiva únicas, como única es cada persona.
Por este, para colmo de problemas, me preocupa otro rumor que se ha extendido: no hay presupuesto para amueblar el centro (al menos entero), y el centro habrá de desplazarse con el mobiliario actual. En fin, quienes hayan de salir en la foto (esto ya nos han mostrado en qué consiste) al menos dotarán el espacio donde ellos hayan de salir, y eso que nos llevamos.
En fin, se acerca el final del curso, en septiembre volveremos, aunque el optimismo de todos en el ámbito educativo nos haga pensar que septiembre ya es el año que viene, y año nuevo vida nueva. Pero no: es dentro de unos meses, con el verano de por medio. Y el tópico tan gastado me viene a la cabeza: los docentes somos como Penélope: siempre tejiendo y destejiendo. Pero con frecuencia hacemos encaje de bolillos.