lunes, 6 de diciembre de 2010

San Nicolás

Hoy es San Nicolás, un santo que pasa desapercibido entre el día de la Constitución y la fiesta de la Inmaculada, pero que tal vez sea el santo más popular en la ciudad de Teruel. Basta subir un lunes hasta el colegio fundado por Dolores Romero hace poco más de cien años para comprobarlo. Además, desde la renovación del interior de la capilla, la calidad artística de la iconografía rica no deja indiferente a quien la visita, aunque no vaya a pedir al santo ayuda para llevar adelante con tranquilidad los achaques de la economía doméstica.
Para quienes nos criamos en el centro de la ciudad Teruel, cruzar los Arcos tenía algo de aventura. Carretera de Alcañiz arriba, nuestro Teruel se acababa poco después del matadero municipal, y a lo lejos quedaba aquel árbol solitario de la casa de Cagarruto y poco más, pasadas las casas baratas. Hacia el sur, algunos de nuestros amigos ya se habían ido a vivir al otro lado del Viaducto, y cuando venían a vernos decían que iban a Teruel. El barrio de Dolores Romero tenía su encanto. Todavía quedaban algunas cuadras, las calles nos resultaban extrañas, y raramente andábamos por allí como no fuera acompañados.
Muchos lunes acompañé a mi madre y a su hermana hasta el colegio de San Nicolás. Cruzábamos los arcos mirando de reojo a lo alto, donde al último arco se mete en las entrañas de lo que para nosotros era un laberinto de callejas.  En algún lugar conté algo sobre la leyenda de las armas, escudos y espadas que se escondían arriba en el cangilón del agua que decían que acaba en unos aljibes legendarios: aún he de subirme algún día a comprobarlo, no sea que con los arreglos y los planesurban y planesé acabe todo en un taller municipal.
En el colegio, todo nos sorprendía. Los internos (debía de subir yo a la hora de merendar, recuerdo aquellas canastas enormes llenas de bocadillos, hay que ver lo curioso de los recuerdos superficiales, que se vuelven tan sugerentes), el frontón, el campo de fútbol… y una pileta de agua de riego, arriba, a la que nos hacían prometer que nunca nos acercaríamos porque nos decían que se había ahogado años antes un niño de nuestra edad (otro lugar al que sólo se podía ir de escondidas: los Jardincillos, menuda selva).
No hace mucho volví a visitar la capilla de San Nicolás. Menudo atracón de nostalgia. Me cuentan que hoy reciben muchos niños los regalos de este santo en otros países europeos. Un auténtico rescate en los tiempos que corren. Y si no, echa un vistazo a lo que son ahora sus instalaciones
Y además, hoy es lunes.


(Para saber más - o mejor, para enterarse de algo, no vayas a pensar que esto es cuestión de nostalgia: http://www.nico100.es/, y también http://www.caritasteruel.org/files/Memoria%20Caritas2009-FINAL[1].pdf)

1 comentario:

  1. Buena patria la de la infancia.
    A partir de la casa del Cagarruto, creo yo que empezaba una olmeda que jalonaba la subida y nos daba cobijo.
    Como decías en entradas anteriores, qué grande era Teruel entonces y qué misteriosos algunos rincones. Me has hecho descubrir uno: la página de San Nicolás.
    Sobre la iconografía de Octavian Nichifor Dicu, te diré que me sirve para concluir el tema del arte bizantino y su pervivencia (especialmente en la parroquia de San José).
    MJ

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