Pues nada, vamos a hablar de libros. Pero no voy a engancharme con lo de siempre. Que si los libros son caros, que si hay que pagar IVA, que si está demostrado, o no, que las ediciones de bolsillo baratas venden muchísimos ejemplares, que si es difícil regalar un libro y aún peor que te lo regalen, que si es un error que en la enseñanza obligatoria los libros de texto sean gratuitos (aparentemente, matizo, el dinero ha de salir de algún sitio) y se impida que quien estudia con ellos subraye y/o dibuje , que si es de mal gusto, o al contrario, señal de inteligencia lectora, subrayar, marcar o anotar algo en el margen o doblar la página que nos gustó, que si es o no una injusticia que se obligue a pagar por el uso de las bibliotecas públicas, que si las grandes superficies o las ediciones de bajo coste del quiosco están acabando con la industria editorial.
Pues no. Me limitaré a contar un par de anécdotas y a insertar un vídeo.
Uno. Andrés Neuman (escritor laureado que seguramente pasará a la historia, como muchos autores, por las obras que no le hayan premiado), señaló en Teruel, en un debate sobre el futuro del libro quién tiene la culpa de los problemas que asedian el universo lector: las promotoras inmobiliarias, que construyen pisos pequeños y caros que impiden que la gente se pueda permitir biblioteca en condiciones.
Dos. A veces, una mano anónima comenta el libro que encuentras, tal vez por casualidad, en un estante olvidado de
Tres. Ahí va esto: