domingo, 18 de abril de 2010

Toma y lee

No sé si acabaré leyendo a Punset, aunque he de reconocer que no me desagradan las imitaciones que hacen de él algunos humoristas. Pero me gustaría tener conocimientos acerca del funcionamiento de nuestro cerebro, orgáno misterioso donde, según este divulgador tan característico, reside nuestra alma. Eso cree él: tenemos otras vísceras y partes blandas que se adueñan de nosotros o al menos de nuestro comportamiento con mucha frecuencia.
También me gusta seguir el desarrollo del lenguaje en los niños, que adquieren la capacidad, primero de comunicar, luego de hablar, siguiendo una progresión geométrica que discurre paralela al aumento del peso del cerebro, y no deja de desalentarme que el desarrollo de algunos músculos (la lengua, que ha de vibrar con el paladar) haga que mi nombre sea el último que aprenden a articular - con el tiempo, pasa de ser un gruñido identificativo a ser lafa (golpe de la lengua, incapaz de vibrar, sobre la parte delantera del paladar), gafa (cuando la recién formada parte trasera del paladar se deja sólo acariciar por la lengua), y finalmente Rafa, cuando la madurez bucal permite la vibración de la lengua sobre el punto adecuado.
Más adelante vendrá el descubrimiento de los pronombres personales. Pasar del yo al tú es un gran salto, también en la personalidad infantil, que empieza a descubrir que el mundo exterior tiene su propia identidad, y así, inconscientemente, hasta la madurez, cuando de vez en cuando nos detenemos en la consideración del fenómeno del lenguaje, tal vez cuando nos encontramos con palabras que el uso diario ha gastado, y resulta que algo, una casualidad, el encuentro fortuito en un libro, nos desvela su sentido original o un significado que delata su origen perdido en el tiempo.
El cerebro y el lenguaje. Y también la historia y los sentimentos. Nos reíamos en clase hablando del origen de hígado o de bigote, veraderos fósiles de la lengua. Como los fósiles, que parecen simples caprichos en piedra y en realidad son testimonios de vida muy antigua, algunas palabras ocultan la historia de nuestra lengua. Como somos cerebro, somos lenguaje, siempre estamos hablando con nosotros mismos, ese flujo no se interrumpe y nos permite soñar, y para expresar nuestros estados de ánimo necesitamos vocabulario preciso que a veces echamos de menos.
Por eso los docentes siempre estamos animando a la lectura. Y se organizan campañas, se publican estadísticas sobre hábitos lectores y edición de libros, se presentan obras. También en Teruel, proporcionalmente más que en otros sitios, seguro.
Toma, lee, gran consejo. Aunque la librería de siempre tiemble ante el avance avaricioso de las grandes superficies, que venderán o regalarán el libro a cambio de cualquier bagatela. Pero siempre será un libro. Toma y lee.


No hay comentarios:

Publicar un comentario