viernes, 2 de abril de 2010

Con la música a qué parte





Aquí siempre estamos con lo mismo. O parecido. Cuántos proyectos duermen en un cajón, cuántas ideas brillan mientras dura una campaña electoral, esa farsa a la que desgraciadamente nos hemos acostumbrado y muchos quizá han tomado como algo necesario, una especie de mal inevitable. La hemeroteca nos proporcionará una lista larga y espesa que no voy a repasar, que la mesa camilla del Alcabor es muy cómoda y nos gusta hablar a veces de oído.
Así le va al conservatorio de música, realojado provisionalmente en La Arboleda, tras su paso incómodo por el Chomón, y convertido en patata caliente, ahora que resulta que alguien se plantea que el antiguo Asilo de San José no sirve, y se sugiere que el edificio del Banco de España sería el lugar idóneo. Dineros del contribuyente aparte (que paga porque no tiene más bemoles), esto va camino de convertirse en un desconcierto del que a duras penas saldrá algo bueno.
Y no sabemos qué hacer. Mientras, reposa hacia su ruina el antiguo edificio de la calle Temprado, hasta tal punto que no se sabe de quién es, o al menos quién se debe hacer responsable de su mantenimiento.
Se acercarán las elecciones, no hay que preocuparse. Cambiará la cosa. Allegro vivace. Tempo rubato (e molto ritenuto). De momento, oídos sordos.



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