martes, 4 de mayo de 2010
Tejer, destejer y encaje de bolillos
Se acerca el final del curso académico, muchas familias andan ya con la lógica preocupación por los resultados de sus hijos, y quienes han de elegir centro por primera vez se inquietan porque no acaban de tener claro si los suyos obtendrán plaza en el centro que han elegido como primera opción, aunque parece que las medidas de la Administración asegurarán la cercanía al domicilio, al menos.
En los centros de Secundaria, que también tienen enseñanzas de Bachillerato y Formación Profesional, pese a su nombre, continúa el final de la cuenta atrás que ya comenzó hace unas semanas, cuando el alumnado de segundo curso de los ciclos de Formación Profesional (los hay de grado medio y de grado superior), pasó por su evaluación final antes de incorporarse a las prácticas de formación en empresas, último paso (que no trámite: es el contacto con la realidad, fuera de lo que sería más o menos la burbuja de un centro educativo, y la nueva tarea tiene otro tipo de exigencias), anterior a su paso al mundo del trabajo, y en algunos casos, creo que pocos, universitario.
Comienzan los alumnos de segundo curso de Bachillerato su serie de exámenes y recuperaciones, que terminará a comienzos de la tercera semana de este mes, y mantendrá a sus familias también en tensión, que ven cómo el final de una etapa de la vida difícilmente controlable se aproxima. Efectivamente, se juegan mucho, el bachillerato español es corto, hay muchas asignaturas, y las notas de corte (las que les habrán de permitir acceder a los estudios que deseen, o por el contrario los lanzarán a una segunda o tercera opción, incierta por lo que tiene de remota) están ahí, siempre presentes. Luego, la temida selectividad (sí, ahora llamada Prueba de Acceso a la Universidad, aunque no ha perdido su carácter selectivo, por muchos cambios y retoques a los que se la someta).
Llegará luego el resto del alumnado (primeros cursos de ciclos formativos, primero de Bachillerato, toda la Secundaria) a un proceso de evaluación final cuando menos interesante. Primero de Bachillerato acusará un sistema de calificación y unos criterios de calificación basados en sus conocimientos, por primera vez en su vida, porque la Secundaria siempre ha tenido un sistema de calificación complejo en el que no sólo contarán los conocimientos sino otros factores que vienen dados por el carácter comprensivo (he consultado el Diccionario de dudas de la Academia, y tal vez debiera llamarse esta enseñanza comprehensiva, si se tratara de evitar así confusiones) de estas enseñanzas. Un momento de confusión, también administrativa y burocrática, que hace que en los claustros docentes y en los departamentos didácticos se gaste (o desperdicie, de todo hay) mucho tiempo en el blindaje de las programaciones ante el fenómeno cada vez más frecuente de las reclamaciones de notas finales, que a veces se sustentan en motivos confusos o ambiguos, si no es que se pone en duda la capacidad del sistema (en este caso, del profesorado) de emitir un juicio válido, objetivo y ponderado.
Hasta aquí, lo de todos los años. Un motivo más de preocupación para un sector importante de la comunidad educativa de la ciudad de Teruel es el nuevo IES Segundo de Chomón, que a estas alturas de curso sigue sin ver despejadas las incógnitas que cuando el traslado se veía como algo lejano en el tiempo tenían sentido, pero que a fecha de hoy pienso que deberían estar solucionadas.
El acceso al centro, en buena lógica, y si se han de evitar peligros innecesarios pero evidentes, habrá de ser por una zona que todavía ha de urbanizarse, el Polígono Sur. En su momento, se aseguró que nunca se accedería al centro por la rotonda de la carretera de Castralvo, Fuenfresca y Variante Sur. Dado el alto porcentaje de alumnado procedente del Polígono de la Fuenfesca, habrá que dar una solución, parece ser que en forma de paso de cebra iluminado, elevado y protegido. De acuerdo. Ya veremos si es seguro, en vista del número elevado de usuarios del centro, y el volumen del tráfico en aquella parte de la ciudad, que habrán de coincidir en horas punta.
Lo único seguro es que quien planifica no tuvo en cuenta que el emplazamiento de las nuevas instalaciones iba a dar servicio a una comunidad separada por una barrera tan peligrosa como es una carretera. En su momento, hace años, pero seguro que consta en la correspondiente acta del Claustro del Segundo de Chomón, el entonces director provincial aseguró que el nuevo instituto nunca se construiría donde va hoy: al otro lado de la carretera, junto a la vía del tren. Otro problema que complicará la vida de quienes estudien, visiten o trabajen en el nuevo instituto, por mucho que se construya un muro que asegure que nadie va a bajar hasta la vía, ni siquiera a por un balón que se pierda en un recreo.
La incertidumbre continúa cuando todavía no se sabe si no es por rumores qué enseñanzas y cuándo se van a desplazar a la nueva sede del instituto. Parece ser que las familias profesionales de Automoción y Electricidad van a quedarse en las antiguas instalaciones. ¿Se han habilitado ya espacios para ellos en el nuevo Chomón? ¿Si se quedan en el viejo, cómo se van a reciclar unos espacios de talleres con semejante volumen construido, con sus techos altos y consiguientes gastos? ¿Irá allí el salón de actos que dicen que no se ha construido en el nuevo? Porque en el nuevo Chomón dicen que no hay salón de actos. Triste, cuando una de las señas de identidad de este centro educativo es su salón de actos, tan utilizado como un espacio ordinario de las enseñanzas y actividades que alberga el centro, y como punto de encuentro con padres, actos públicos e incluso claustros de profesores. Al igual que la biblioteca del centro, un espacio necesario, utilizado, frecuentado, premiado, muy valorado por la comunidad educativa del Chomón, que va a ver mermada su instalación en detrimento de actividades habituales y de necesidades más que evidentes
No quisiera ser negativo. Es lo que tiene la poca información que recibe una comunidad tan amplia como la del Chomón, que se ha caracterizado por su carácter pionero. En sus viejas instalaciones, en las que se ha invertido poco y se ha parcheado mucho porque, total, nos íbamos a ir pronto (lo llevo oyendo desde septiembre de 1990, cuando tuve la suerte de incorporarme a este equipo educativo), se han comenzado muchas de las nuevas enseñanzas que se han generalizado más tarde, y siempre se ha recibido alumnos que tal vez no tenían hueco en otros centros, y encontraban en el Chomón algo que se adaptaba a sus necesidades educativas, especiales, diversas, y en definitiva únicas, como única es cada persona.
Por este, para colmo de problemas, me preocupa otro rumor que se ha extendido: no hay presupuesto para amueblar el centro (al menos entero), y el centro habrá de desplazarse con el mobiliario actual. En fin, quienes hayan de salir en la foto (esto ya nos han mostrado en qué consiste) al menos dotarán el espacio donde ellos hayan de salir, y eso que nos llevamos.
En fin, se acerca el final del curso, en septiembre volveremos, aunque el optimismo de todos en el ámbito educativo nos haga pensar que septiembre ya es el año que viene, y año nuevo vida nueva. Pero no: es dentro de unos meses, con el verano de por medio. Y el tópico tan gastado me viene a la cabeza: los docentes somos como Penélope: siempre tejiendo y destejiendo. Pero con frecuencia hacemos encaje de bolillos.
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