domingo, 21 de noviembre de 2010

Encontrar la dulzura de la esperanza en una madurez sin ambiciones




Mañana por la tarde (22 de noviembre, 20 horas, Museo Provincial de Teruel) nos visita el escritor Luis Landero. Actuará como maestro de ceremonias de la presentación del último número de la revista Turia. Podría equivocarme (tampoco sería tan extraño), pero tengo entendido que este novelista extremeño no conoce esta parte del mundo, así que bienvenido.

Iré a la presentación. Por el contenido de la revista (sí, tiene muy buena pinta, vuelve a combinar lo de aquí y lo de allá) y también por ver y escuchar a Landero. Hace unos años, uno de esos suministradores de buenos libros y alguna buena idea (siempre tenemos pendiente hacer un libro-fórum, al final si no se me va el teclado al cielo, te diré de qué libro se trata), me recomendó los Juegos de la edad tardía. La imagen de Gregorio Olías en su despacho, la luz del flexo de su mesa, las conversaciones telefónicas con Gil y su conversión en Faroni se me quedaron grabadas, aunque pienso que la comodidad de mi imaginación siempre un poco perezosa no hizo sino robar el mobiliario y la luz de la vieja oficina de la tienda de El Francés de la calle de San Martín de Teruel, donde muchos de los niños de entonces vivimos nuestras aventuras particulares de la infancia al calor de la paciencia del señor Paco, de su hijo Pepe y de Nicolás, que con su motocarro nos descubría las calles de aquel Teruel para nosotros inmenso.

Algo hemos mejorado desde entonces y como le sucedió al narrador de Retrato de un hombre inmaduro, "más tarde me pareció que había aprendido a no poner la realidad al alcance de la nostalgia”.

El guitarrista me pareció desde un principio que debería convertirse en manual de saber hacer y vivir de todo estudiante de Secundaria, tal vez por lo que tiene de historia del progreso personal de alguien que desde sus primeros años se enfrenta a la realidad y a la dureza de la vida con el éxito relativo que proporcionan valores como la tenacidad, el esfuerzo, el afán de superación y las manos encallecidas de quien no ha de dar un paso atrás porque nunca se le ha permitido recular.

Hoy Júpiter me pilló con bastantes horas de pizarra a mis espaldas, y tal vez por lo que trae de la vida de un instituto de enseñanza media me resultó amena. También por su exposición de relaciones familiares difíciles, lejos de teorías al uso (eso, lo de los padres y los hijos, y lo de las teorías al uso también tiene que ver con instituto de enseñanza media, ahora reconvertido en centro de educación secundaria por obra de aquellos recovecos del léxico que desea apoderarse de, si no diseñar, la realidad).

En fin, nos veremos en el Museo de Teruel. Me encantará conocer a un creador capaz de transmitir aquello que tantas veces nos gustaría decir. Por cierto, no sé si jugarme algo, pero voy a exponer una conjetura. Su intervención será breve. Me lo susurra el protagonias de Retrato de un hombre inmaduro, que además odia las citas: “Jamás he hablado tanto como hoy. Quizá de joven sí, alguna vez, pero luego fui enemistándome con las palabras, desconfiando de ellas, de ese poder que tienen para envenenar y corromper el alma y enturbiar la mirada.”




Ah, el cine-fórum pendiente es a propósito de El espíritu áspero, de Gonzalo Hidalgo Bayal, amigo de Luis Landero. Será interesante lo que se diga: me interlocutor está convencido de que no le dieron no sé qué premio porque les faltó coraje (eso dijo, coraje, creo).



Postdata: El título de esta entrada lo he robado de algún párrafo de Landero.

1 comentario:

  1. Hola, Rafa:
    Landero no me defraudó, estuvo a la altura de lo que esperaba de él, en muchos sentidos. Quizás porque yo también soy de pueblo, aunque en el mío se dice somarda, y no "xeito".
    Sí, tenemos pendiente un libro-fórum, bueno, uno no, un montón.
    Saludos cariñosos.

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