domingo, 14 de noviembre de 2010

Suena el Campanico: Toca a Seisado



No sé si me gusta hablar de política. Lo decidiré si un día conseguimos ponernos de acuerdo sobre qué es política. Es necesario hablar de una cierta política, lo público, lo necesario para el desarrollo de la ciudad (creo que de ahí viene este término, de polis, ciudad). Otra cosa es esto de los partidos políticos, el movimiento de sillones, los apaños, el cabildeo y las promesas incumplidas o incumplibles.

Viví la Transición durante la adolescencia, días en los que las imágenes se quedan grabadas como si hubieran de condicionar los días posteriores, estrené la universidad cuando el empeño de unos cuantos consiguió que ésta perviviera en Teruel (¿Te acuerdas de aquello de “A Teruel no le sobra un Colegio Universitario”?), y cuando acabamos los primeros parciales, pasamos ratos en el bar Pegaso viendo imágenes de un intento de golpe de estado. Ha pasado el tiempo, me gusta repasar la hemeroteca y me da la impresión de que ahora que todo aquello se ha asentado, se ha echado a perder el espíritu magnánimo de muchas de aquellas personas, de ideas tan distintas y recorridos vitales tan distintos, cuando no enfrentados por años de hierro, que se empeñaron en poner en marcha un país que andaba tocado, con una tasa de desempleo desorbitada, una inflación asfixiante y la incertidumbre de la audacia recién estrenada.

No me gusta dedicar tiempo de El Alcabor a la reflexión política, y precisamente porque creo que la atención al ciudadano desde los ayuntamientos debería evitar en lo posible el mercadeo partidista, ando (pre)ocupado estos días por el desarrollo de los acontecimientos en esta parte del mundo, esta especie de poblado de Asterix donde se escribe una aventura una vez más previsible.

Parece ser que no salen las cuentas, se oyen rumores y acusaciones y es momento de recordar a todo el mundo que se juegan mucho más que una parcela de poder, la satisfacción del triunfo, o el éxito más allá de los intereses municipales.

Se oyen voces. Amenaza el desencanto general de una ciudadanía que ya andaba mosqueada y que pregunta qué “les” fastidiará más, si el voto en blanco o la abstención. Mala cosa sería ésta. Y no faltan quienes nos hacen sonreir exigiendo que se haga cargo del Ayuntamiento el Seisado. No estaría mal que la clarividencia de los turolenses que nos precedieron en aquella antigua Transición, hace ya siglos, y que delimitó nuestro ser, sirviera para que de una vez se ponga el Concejo a resolver los problemas del ciudadano.

Suena el Campanico. Toca a Seisado.

(A cada uno, lo suyo: La foto es de Amparo, de la mañana del sábado de Vaquilla de 2009. Incluyo un enlace a una noticia sobre el Seisado: http://www.aragondigital.es/asp/noticia.asp?notid=74354)

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