viernes, 12 de febrero de 2016

Mucha agua bajo el puente

El otro día le obligaron, una vez más, a una discusión que seguramente se repite tantas veces en tantas casas alrededor del café o en el descanso de cualquier ocupación: el paso del tiempo, o mas frecuentemente, la edad de alguien, muchas veces, cuántos años tienen los hijos de unos conocidos o de aquellos vecinos de siempre aparentemente muy tratados, de toda la vida.
No puede tener esa edad, te dicen, o en la otra variante, la de los acontecimientos convividos (o mejor, covividos): aquello pasó hace tres, cuatro años como mucho. Y el pobre, que a la hora del café tal vez no esté para muchos trotes, ni físicos ni dialécticos, decide cambiar de tema, si es que le dejan, aunque no siempre se lo permite la insistencia sus interlocutores o sus propias ganas de decir la última palabra, esa batalla a la que nadie renuncia.


Viene semejante preámbulo a propósito de este cuaderno de bitácora (vale, lo llamaremos blog, no vamos a ir de puretas, total, la Academia lo acabó incluyendo en el Diccionario), que nació en un momento dado (nada puede nacer en un momento no dado), vivió, sobrevivió, tal vez debió haberse reinventado cuando más de uno lo sugirió, y ahora regresa, no sin antes habérselo pensado su anfitrión.
Quedó aparcado en el espacio cibernético, como esos vehículos que a veces sus dueños dejan en la vía pública sin pretender abandonarlos, pero que el tiempo (ese que pasa sin que nos demos cuenta y sobre el que nos harán caer en la cuenta alrededor del café o en un descanso) se encargará de recordarles que sigue ahí, como testigo mudo pero polvoriento de su falta de voluntad.
Desde la última entrada, la de la bravata, ha pasado mucho tiempo, mucha agua bajo el puente. Todos hemos tenido tiempo de ver y vivir tantos acontecimientos con los que tal vez contaban solo los más agoreros.
El contador del blog ha corrido, poco, pero aún ha habido quien ha olisqueado por aquí y tal vez haya respirado aliviado al ver que todo estaba como siempre. Gracias, visitantes, perdonad la tardanza: tampoco sois tantos, solo unos cuantos, os agradezco que hayáis pasado por aquí. Volveremos. Estoy negociando con mi pereza, aunque tengo claro algo, y eso que parece que no andamos inmersos en tiempos de certezas. No te lo contaré, espero ser capaz de desvelarlo poco a poco. De momento, atención a las etiquetas de cada entrada.




2 comentarios:

  1. Rafa, ¿qué ha pasado? Tan pulido tú en tus escritos y se deslizan "percances". Bienvenido a tu casa.

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  2. Sabes que se te echaba de menos. Es un placer volver a leer tus charradas. Gracias, amigo, por volver a tu hábitat. Abrazo grande

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