lunes, 12 de octubre de 2009

Pactar y pagar tienen el mismo origen



La oficina de estadística comunitaria, Eurostat, ha dado a conocer un informe sobre el conocimiento de lenguas extranjeras en los países comunitarios, y los datos, como seguramente nos temíamos, a la vista de otros informes internacionales que hemos padecido, han sido decepcionantes. Son muy pocos los adultos españoles que hablan una lengua extranjera, y los medios de comunicación en seguida se refirieron al inglés, lengua sin fronteras (lingua franca es la expresión precisa) que se concibe como herramienta indispensable en el nuevo entorno que da por supuesta la movilidad de los ciudadanos europeos, sea como trabajadores, sea como estudiantes. Otra vez nos vienen a recordar que los españoles todavía no hemos hecho los deberes.
Y como me doy por aludido, tendré que dar mi opinión. Es verdad, nos cuesta ponernos a estudiar una lengua. Conozco a muchas personas que lo tienen como propósito permanente en sus vidas, y como creen que todo es cuestión de ponerse, piensan que un día lo han de conseguir. Cuestión de ponerse. Y se gastan dinero, dedican tiempo, se esfuerzan. En un faldón anterior me atreví a aconsejar al Presidente del Gobierno que diera buen ejemplo, que por cuatro perras y aprovechando los viajes y desplazamientos bien podría sacar tiempo y manejarse en inglés al menos. También hace un esfuerzo la sociedad, que lentamente va poniendo los medios para que se aprenda: colegios bilingües, cursos en el extranjero, formación a distancia. Y muchas familias hacen un gran esfuerzo económico cada verano. Algo es algo.
Pero en Secundaria, la ESO de la que tanto se habla, que tantos abandonan sin obtener el certificado, que tantos quebraderos de cabeza da por las agrupaciones tan diversas de alumnos tan variados, es la cenicienta de la enseñanza (y del aprendizaje) del inglés. Seguimos trabajando en clase con grupos numerosos (rozando los treinta alumnos en muchos grupos, vaya ratio), que imposibilitan la comunicación y la atención personalizada, elemento imprescindible en este proceso.
Por eso, ahora que nos llegan noticias de un (remoto, posible, deseable) pacto por la educación llamado a servir para más de una legislatura, habrá que pedir que la enseñanza de lenguas extranjeras sea algo prioritario. Y como tanto nos gusta compararnos con los países de nuestro entorno, pues a imitar a quienes lo hacen bien. Así, habrá presupuesto para desdobles de grupos, por ejemplo, y cambiar la ratio, con menos alumnos por grupo, y si esta vez preguntan a quienes están en las aulas, eso que ganaremos. Y ya te contaré en otro lugar que pactar y pagar tienen el mismo origen.

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