El tiempo: una ilusión. El pasado y el porvenir son tan omnipresentes como el presente, o están, como quien dice, a la vuelta.
Max Beerbohm, Enoch Soames
Cosas de la vida, esta vez de la vida laboral, me han llevado a dedicar varias sesiones a la película Los pájaros de Alfred Hitchcock. Ni te cuento.
La habrás visto tú también, tal vez en blanco y negro, qué tiempos aquellos, cuando la tele era la pequeña pantalla, y además pantalla única, armatoste comprado a plazos que se apropió del comedor de nuestra casa y nos obligó a guardar silencio ante imágenes que nos asombraban, y que tantas veces acabaron con las tradicionales tertulias familiares. Sin mando a distancia, del mando en aquella España no se discutía.
La película, igual que la llegada del televisor a las casas, forma parte del imaginario colectivo, adjetivo este de reciente conversión en sustantivo sobre el que no había leído antes, pero que enlazo aquí, por si vale la pena, y dado que por lo visto empezó a utilizarse en los años sesenta, coincidiendo con la aparición de este drama de tintes apocalípticos, reveladores. Revelación, así se llama el Apocalipsis en inglés, The Book of Revelation.
El desarrollo de las primeras escenas de la película, en la oscuridad de la clase de inglés, me hizo temer lo peor. Esta generación tiene una formación sentimental distinta y las imágenes se suceden sin que pase nada: chico conoce chica, chica trata de sorprender a chico, chica impoluta, chico agalanado, pueblo en la costa, aquí no pasa nada, todo está nuevo a estrenar. Lento, lento, no sé hasta dónde llegaremos. Menos mal que todo se apaña más adelante, cuando la trama se va anudando y alcanza la consistencia que este público exigía.
Imaginario público, educación sentimental. El tiempo ha pasado, son cincuenta años, medio siglo. La televisión de entonces.
Me he distraído estos días recordando una escena de mi infancia. Los escaparates de Pamplona en el Tozal o los de Televox en las Cuatro Esquinas, cuando se arremolinaban los mayores para ver la tele que no se podían permitir, vete a saber si se trataba de fútbol o de cine, en días de frío, tantas veces también dentro de casa.
Y se fumaba. Como ahora, en este nuevo imaginario colectivo del fútbol en los bares, que se ve desde la calle para poder fumar, y porque no se quiere o no se puede pagar. También fuman las protagonistas de Los pájaros. Se deleitan echando humo. Escandaloso entonces, una mujer fumando, escandaloso ahora, hacer apología del tabaquismo.
Querrás saber si les ha gustado la película. No he preguntado. He pasado muchos ratos sentado al fondo del aula y he visto cómo reaccionaban.
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