martes, 8 de marzo de 2016

Lo que la vista alcanza

Superado el estupor que nos produjo el hallazgo del legajo del que hablábamos en una entrada anterior, y una vez atendidas las numerosas comunicaciones y consultas al respecto, hemos decidido publicar por entregas parte de lo hallado.
Ven hoy la luz unas páginas del final del verano de 1931,  días en los que, agazapadas en una aparente bondad, las tormentas enturbian las aguas del río, que bajan cargadas de presagios.

Fragmentos, pues, de la noticia de los primeros pasos de don Juan Jacobo en su nuevo destino, acompañado por Manuel Sáez Torán, de camino al Barrio de Capuchinos desde el Ayuntamiento, donde el maestro tomó posesión de su puesto de trabajo.
Si el lector dispone de la paciencia necesaria,   podrá seguir las andanzas de don Juan Jacobo en este cuaderno, siempre al calor de  la etiqueta Arabesco taraceado, de cuyo nombre   nos habrá de dar razón más adelante el propio texto original.