Desconozco si a estas alturas ya habrá algún partido político que haya “cerrado” (uf, qué poco me gusta esta palabra) sus listas electorales y las dagas, maniobras en la sombra y demás tramoya electoral vayan callando tras haber coronado con éxito la cumbre (borrascosa, es cierto, gracias por el soplo: no encontraba el adjetivo) de tamaña decisión.
Desconozco, aunque algo nos dirán los sondeos electorales, qué puede pasar de aquí a mayo, cuando algunos electores (no los electores: habrá quien decida que su silencio o su voto mudo exprese su opción), sienten en los salones del Ayuntamiento a quienes hayan de administrar los intereses de este municipio por el que transitamos.
No voy a hacer quinielas, porras, pronósticos o tanteos electorales. Que hablen las urnas, no ha de ser de otra forma.
Siempre quedará la sombra de la duda. Y a quien gane, ánimo. Excusas no van a faltar, el fondo de armario de esta legislatura es impresionante y donde no llegue el presupuesto, la imaginación, el dinero de fuera o la capacidad (política, personal, da lo mismo), siempre habrá algún hato con el que vestirse si la cosa se tuerce, y si sale bien, pues nada agradecidos, y a hacerse le foto. La cosa está mal, estos lodos vienen de aquellos polvos que mezclaron vientos viejos con tempestades presentes.
Y el ciudadano de a pie, mosqueado. La sombra de la duda. Como en la foto. Miedo me da ver una grúa que proyecta su sombra sobre el ladrillo. Y como no desearía parecer ni pesimista ni cenizo, me atrevo a hacer una recomendación. Todo está en la red. Lo que se dijo, lo que se ha hecho, qué brazos que se abrazaban ahora buscan guerra. Hemerotecas, crónicas de la ciudad, discursos están a tiro de teclado. Pero no te los tomes muy en serio, que se te torcerá el gesto, y ahora hay mucha gente por la calle: el invierno es suave y muchos miran al vacío con la excusa de fumar en la puerta de las cafeterías, esa rebelión silenciosa de humos sometidos.
Hazlo simplemente por aquello de "la estabilización emocional que proporciona la confirmación de nuestros prejuicios". Quién sabe.
(El entrecomillado es de Daniel Innerarity, El nuevo espacio público. Una cita que no hace justicia a la reflexión de este filósofo y sólo viene a probar que de un buen libro a veces uno (en este caso, yo) se queda en la pura anécdota).
(No sé cuándo me incorporaré a la nueva ortografía. Sigo distinguiendo solo y sólo. Porque tengo el día crítico. Tal vez)
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