martes, 6 de diciembre de 2011
A vueltas con San Nicolás
A vueltas con lo de siempre. Las fechas, que se repiten cada año. Una reminiscencia, vete a saber, de quien pensó que el tiempo era cíclico (me lo acaba de recordar en Facebook un contacto estaba releyendo El mundo de Sofía). El calendario se encarga de traer los mismos recuerdos cuando regresa a un punto determinado, con tal fuerza que parece que el interesado no haya estado allí antes. Eso explica que digamos que los relojes son analógicos: tratan, pobremente, eso sí, de reflejar que el tiempo vuelve y vuelve, y los poetas a veces han hablado del malestar que les produce un reloj sin agujas.
A mí me sucede con la fiesta de San Nicolás, siempre a la sombra de otra más celebrada (la de la Inmaculada Concepción), y convertida en nuestra época en puente por casualidades de la vida social (la aprobación de la Constitución Española de 1978, que a este paso acabarán cambiando: el puente y la constitución, fijo).
Algo contaba en un comentario de una red social Ángel Torres, maestro, conversador, paseante, pozo sin fondo, amigo, comentarista, dueño de la visión de Teruel de tantos años en la calle de los Baches: cada vez vienen con más fuerza los recuerdos. Lo decía a raíz de una foto en la que yo me quejaba del silencio de las calles y edificios históricos y reseñables de nuestra ciudad. Ya lo hice aquí al hablar de que Teruel, que con lo que tiene que contar es un mapa mudo.
Y al nombrar a don Ángel Torres busco en internet sus fotos de San Nicolás, el colegio que solo quienes vivieron allí o trabajaron conocen en profundidad. Llevó el maestro a sus conocidos de la Sociedad Fotográfica Turolense a los entresijos que él conoció cuando otros casi nacimos, y les dio otra lección: una imagen vale más que mis palabras. Y las fotos de aquella visita reflejaron, desde distintos puntos de vista, lo que el lenguaje no alcanza a expresar.
Por eso hoy, fiesta de San Nicolás, recomiendo visitar la capilla del colegio, lugar de la devoción de siempre en la ciudad de Teruel.
No olvido los paseos de aquellos lunes, desde la calle de San Martín hasta la imagen del santo, en la que mi madre debió de volcar la solicitud por sus preocupaciones, mes a mes, que obligaban a estirar un presupuesto por lo general magro. Y hoy también recoge este rincón de silencios y bisbiseos la devoción de los turolenses recientes, la comunidad rumana que ha ornamentado la memoria del obispo que venera.
Hoy, día de San Nicolás, recibirán sus regalos muchos niños de aquella parte de Europa que se desplazó en su día hasta nosotros. Anticipo de los días de Navidad, cuando olvidamos los trescientos sesenta y tantos días restantes del año y nos llenarán de buenos propósitos y generosidad.
(En el vídeo, una forma curiosa de regalar a quien le falta lo necesario en sus días tempranos. Sí, dar un pez no es lo mismo que enseñar a pescar. A ver si luego nos estiramos también el resto del año).
Vídeo desde Canadá
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Recibo de vez en cuando correos privados que me animan a repasar los textos que publico aquí. Las prisas son malas consejeras, y es de agradecer el interés que muestran por esta mesa camilla quienes se asoman.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Bonita foto y bonito texto. Tuve la suerte de poder ver en plento rendimiento San Nicolás, sin ir al cole allí, creo que ellos fueron los primeros en jugar a balonmano, y los únicos que nos daban posibilidad de jugar en aquel campo de tierra al fútbol, en aquella época cuando bajábamos del Francisco Franco (ahora UNED), accedíamos por la puerta de hierro cochambrosa del Carrel y hala, a jugar. Era el punto de reunión de casi todos los chavales de nuestra edad.. y el alcancud que había en los aledaños, exquisito. Por cierto, deberias investigar el motivo de los famosos "lunes", que alguno he hido con mi madre, he intentado encontrar algo en internet y no ha habido forma.
ResponderEliminarRaúl for ever !!!!!!!!!!!!!!!
Hola, Javier. Yo también jugué a fútbol y al frontón allí. Qué grandes tardes. Muchas personas suben los lunes, porque creo que hay una novena. Tienen un folletillo que lo explica, a la entrada de la capilla.
ResponderEliminarA nosotros, del barrio de San Martín, no te creas que nos dejaban ir en casa: había una leyenda de algún crío que se ahogó en un pozo y subíamos medio a escondidas para no tener luego que dar explicaciones en casa.