Hace un par de años (un par de veranos), harto de escuchar la misma sintonía por las noches en la calle de San Juan, envié una carta al Diario de Teruel titulada "Sol(feo) de verano". Comprenderás que en cuanto lo envié, me arrepentí, por ese miedo (iba a decir miedo inveterado, pero no tengo el diccionario a mano para comprobar si esa es la palabra que buscaba) que tenemos los turolenses a quejarnos. Tal vez por el qué dirán.
Pasados un par de días, ya sabes, los docentes tenemos muchas vacaciones (de esto tengo que escribir un día, tengo un manifiesto exculpatorio), andaba yo por Iglesuela del Cid, y recibí una llamada.. Era Juanjo Francisco, director del DdT, que me preguntaba quién era yo. Ah, un Esteban de los que conozco, dijo. El otro Esteban era Pepe (sí, lo echamos de menos, así de injusta es la vida), y el, otro Luis, que te provocará alguna sonrisa o algún pensamiento en su viñeta. De mi hermana aún no sabe, pero al tiempo, si le han de poner un día una prótesis de cadera. Y como vivimos en un lugar en el que la familia es un certificado de buena conducta (je, je), me dijo que iba a publicar la carta como tribuna de opinión.
Y nada, que me lancé (como el del chiste, "me he liado, me he liado": si ves a Manolete por las Cuatro Esquinas, que te lo cuente, es muy bueno), y me metió el gusanillo. Escribí tribunas (con santico, que así la gente te reconoce), primero sobre cosas de Teruel, y recuerdos de la infancia, un Teruel que nos robaron.Y no lo digo porque pase de los cuarenta (años, los kilos los sobrepasé ya cuando iba a las Navarretes).
Más adelante, Juanjo me propuso que escribiera un faldón, para los lunes, como si tal. Así nació El Alcabor. Ah, en ningún momento nadie me ha dicho sobre qué tenía que escribir. Y menos, en el periódico. Bueno, sólo una vez. Me iba a meter con lo mal que nos trata Zaragoza (era algo sobre el voleibol, que lo demás es opinable), y me aconsejaron que no fuera malo. Hasta hoy. Por eso, cuando hay mucho ruido en el vecindario (para mí, eso son los faldones, vecinos de una comunidad, donde quienes escriben, como quienes comparten escalera, viven su vida, y sólo tienen en común el espacio que ocupan, más o menos) tiendo a callar.
No sé si seguiré en el papel. Y a ti (dudo que leas estas líneas), que decías que todo esto era por lo largas que nos resultan las vacaciones a los docentes, te lo digo otra vez: no se quedó en las vacaciones. Se me olvidaba. Mi mejor tribuna de opinión me hizo llorar. Para que luego digas. A cada uno, lo suyo.
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