Acaba hoy febrero, mes corto del año, que no ha estado tan loco como le atribuye el refranero, aunque al final, como si le remordiera la conciencia, nos ha traído la lluvia que dibuja un escenario de irrealidad a nuestro alrededor. Lo dice Jesús Marchamalo: “Todo bajo la lluvia parece desdibujarse, como una acuarela, un paisaje impresionista en el que no somos más que trazos, pinceladas de colores apagados y romos”.
Cobrarás un día antes (y tocas madera, los datos de la crisis son tremendos, este túnel era más largo de lo que nos anunciaron), pero también pagarás un día antes… Me recuerda la explicación de una teórica de la mili. Ventajas del combate nocturno: el enemigo no te ve. Inconvenientes del combate nocturno: no ves al enemigo. Pues eso, febrero.
Y nos llega mañana un mes que comienza con resultados electorales en Galicia y País Vasco, que seguro que darán mucho de sí. Luego, un mes entero sin ningún día de fiesta, salvo para los escolares y docentes, que se encuentran un viernes de fiesta. Pero no te fíes. Sandor Márai, en las páginas de sus Diarios correspondientes a los últimos meses de su vida, anota que marzo es el mes de las revoluciones, de los laxantes y el pesimismo. Toma, remedio contra el pensamiento único, y a darle vueltas para descubrir por qué lo dirá. Los que andamos estos días peleando contra el polen del ciprés empezamos a comprenderlo, en medio de la torta que llevamos por culpa de la tiranía de los antihistamínicos.
Por cierto, y hablando de llevar torta, o estar empanados. M.A., un alumno de segundo de Bachillerato, me dijo el otro día que estaba aturdido. Mi felicitación, hacía tiempo que no oía esa palabra, y menos en boca de una persona de su edad. Se lo tengo dicho, llegará lejos. No por aturdido, sino por espabilado. Todos los años recomiendo en clase una visita al Museo Provincial de Teruel, sección forja, a ver el despabilador. No dejaré de agradecer al inefable F. que me recomendara esta visita un día.
Te dejo con Márai: “Marzo es un mes misterioso. El mes de las inundaciones, de las revoluciones. Incluso la vida individual sufre un movimiento, aunque obedece a una fuerza siniestra.”
Llueve. El día está gris. Al menos ya no inunda mi terraza el humo de la quema de rastrojos en la Vega. Algo es algo.
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