Acabó la Prueba de Acceso a los Estudios Universitarios, y hay quien aguanta la respiración hasta saber la nota final que le permitirá hacer una carrera u otra, si es que ya se tiene decidido lo que se va a hacer el curso próximo. Dependerá de la nota de corte, de la suerte, y en algunos casos de lo que hagan las amistades.
Y la semana pasada, mientras se desarrollaban los exámenes (ambulancia incluida en la puerta), se debatía sobre el nuevo bachillerato. ¿Nuevo? Pues sí, este año hemos estrenado el bachillerato de la LOE (sucesor de las LOCE, LOGSE, LOECE, LODE y la LGE, la de la EGB y el BUP).
Pues bien, este año hemos comenzado nuevo bachillerato, y ya se encargó el Tribunal Supremo de cargarse las intenciones del Ministerio de Educación, que pretendía crear un curso puente que por lo visto no se ajustaba a la ley, y esta semana pasada el debate ha vuelto a venir a cuenta del apaño, qué hacer con quienes deberían repetir, para que no repitan, y demás. Esto del bachillerato es, como la ESO y la Primaria, un (fra)caso, de nuevo tenemos un sistema educativo que nada más nacer anda ya discutiendo lo que hará con quienes no aprueben. Algo falla si tan pronto se preocupan por los parches. ¿Qué dónde está el problema? No lo sé. Pero algo sucede con la ESO.
Un par de ejemplos. Se puede llegar a segundo de Bachillerato sin haber aprobado nunca ni las matemáticas ni el inglés, por poner un ejemplo. Nunca, ni en Primaria, ni en la Eso, ni en primero de Bachillerato, e ir pasando de curso. ¿Culpa de los padres? ¿De los profesores? ¿Del sistema que lo permite? Se puede hacer Bachillerato Tecnológico sin cursar Física en Cuarto de ESO, porque esta materia es optativa en Secundaria, pero será obligatoria en esta modalidad de Bachillerato.
Y ahí seguimos. Con el Bachillerato más corto de Europa, pedimos a nuestros alumnos que den un salto tremendo desde la ESO, educación comprensiva para todos, a unos estudios ya no obligatorios abocados a una prueba final, salvo que vayan a hacer Ciclos de Formación Profesional de Grado Superior, y la enseñanza deja de ser comprensiva para ser ahora compresiva: se comprimen las materias, se exige otra dinámica de trabajo, y viene el fracaso. De hecho, a la prueba de acceso a la universidad llegan el 60% de los alumnos matriculados. Sólo. Pero irá bien, irá bien. Oído al parche.
Hoy habla el Heraldo de Aragón sobre el malestar del profesorado. Y no es el que peor parado va a salir, que también. Por cierto, este periódico también habla de parches. Nos leen, je, je... o será que es que son parches, vete tú a saber
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