domingo, 31 de julio de 2011
Anda revuelto este patio de luces
No sé si hemos conocido tiempos peores. Creo que sí. Eso deben pensar quienes me escuchan, cuando se me ocurre contar ante grupos de seres nacidos a finales del siglo pasado que recuerdo cuando mis padres compraron en Pamplona, en el Tozal de Teruel, el frigorífico y unos años después el televisor (el del VHF único, el Virginiano, Bonanza y Flipper, y un ligero, o no tan ligero, manotazo certero cuando la señal necesitaba de la ayuda del televidente para el ajuste a la carta). Luego vino el año aquel de la subida de los precios del pesetero, de los escaparates a oscuras y de las campañas institucionales que recomendaban compartir el coche para acudir al trabajo en unas Navidades que se quedaron sin luces que las celebraran. La inflación se disparó, los créditos exigían unos intereses que ahora nos harían temblar; la población activa carecía de cualificación profesional, España estaba dejando de ser un país agrícola y emigrante, la devaluación continua de la peseta trataba de equilibrar la cojera permanente de la balanza de pagos. Y todo, por el precio del petróleo. Ahora todo parece más complicado. Se oyen muchas voces en este patio de luces. Estamos en venta. Y algunos no nos quieren comprar ni lo que debemos porque temen que no lo vayamos a pagar. Me decía alguien que los españoles siempre salimos adelante, que siempre han superado los problemas. No lo sé: esto se ha complicado. Y ahora los anuncios de venta y traspaso de locales comerciales se escriben en chino. También en Teruel.
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