Las cifras redondas tienen algo. Tal vez porque nos permiten atribuirnos una cierta seguridad en momentos de incertidumbre, y nos creemos que es posible marcar a base de estacas el terreno del tiempo, la pista resbaladiza que recorremos y que cada vez pasa más deprisa, hasta marearnos, como les ocurre a los niños en los caballitos en la feria cuando en vez de disfrutar del espectáculo se dedican a mirar hacia fuera, buscando a sus padres, y resulta que el mundo gira enloquecido, cuando en realidad quienes dan vueltas son ellos.
Diez años del 11 de septiembre, de los atentados suicidas en Estados Unidos, que nos hicieron ver que realmente somos vulnerables.
Desde entonces, se cumple aquella máxima que esculpió Cela en una nota a la tercera edición de La Colmena: “La historia va a contrapelo de las ideas.”
Mucho ha cambiado el mundo en esta década. Todo era más fácil durante aquella guerra fría de más de cincuenta años, cuando dos bloques mantenían un enfrentamiento claro, delimitado, que nos hacía saber dónde estábamos. Qué fácil era vivir en aquella pax romana, mientras las dos superpotencias se dedicaban a preparar la guerra y a desplegar una paradoja que igual que podía acabar con el mundo aseguraba la protección en caso de conflicto. Y todo, en frío, sin enfrentamientos directos.
Hoy el enemigo se esconde, duerme en células que se activan, atacan cualquier objetivo y llevan escrita la muerte en la frente. También andan al acecho países que durmieron todos estos años con un ojo abierto. El socio que igual que te ayuda, o precisamente por eso (no puedes vivir sin él), acabará contigo.
Nuevo diseño del mundo. El pastel tiene nuevos comensales que vienen con hambre atrasada, aunque tal vez resulte que se trata de un pastel pasado de fecha y haya que confeccionar uno nuevo.
Dicen que se nos ha echado encima la historia. Y Europa se siente como el poblado galo rodeado por las legiones romanas. ¿A la espera de la poción mágica? Lo siento, los druidas han agotado el caldero. La historia, que va a contrapelo de las ideas.
Tampoco te fíes de Cela. Copio la nota entera: “Quisiera desarrollar la idea de que el hombre sano no tiene ideas. A veces pienso que las ideas religiosas, morales, sociales, políticas, no son sino manifestaciones de un desequilibrio del sistema nervioso. Está todavía lejano el tiempo en que se sepa que el apóstol y el iluminado son carne de manicomio, insomne y temblorosa flor de debilidad. La historia, la indefectible historia, va a contrapelo de las ideas”
Para la clase de Historia (o historia)
ResponderEliminarBonita foto, Rafa. En cuanto a la noticia, ya se nota que llega el otoño, se nos va la alegría y volvemos a ésa triste realidad, melancólica a veces, pero.... es lo que hay.
ResponderEliminarRaúl for ever !!!!!!!!!!!!!!
Me gusta la metáfora de los caballitos de feria.
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