viernes, 24 de mayo de 2013

No las lleva el viento



Nunca me han gustado los túneles. Me angustian. Y mi peor experiencia, una mañana en el túnel de la Vía Perimetral de Teruel, que no tendrá más de veinte metros de longitud. Ironías de la vida. Una tormenta de granizo, inesperada – si las tormentas no fueran inesperadas difícilmente nos pillarían por la calle – nos dio un susto de unos cuantos euros de chapa y pintura cuando nos encontramos que varios conductores habían detenido la marcha en el túnel para evitar los bollos que los iban a tener una temporada discutiendo con la compañía de seguros. Entre la cortina de agua, el ruido del granizo y el acongoje de quien odia entrar en un túnel, la faena estaba completa. A ver a quién le echas tú la culpa, si la oquedad se va compactando y los frenos no frenan en escasos centímetros. 

Lo dicho, angustia es la palabra, será por lo que tiene que ver túnel con angostura, estrechez. Lástima que estemos dejando de utilizar tantas palabras. Y peor aún, que las palabras denoten el avance de nuestra edad: nuestras maneras de decir, sobre todo a los enseñantes, nos envejecen, y no encuentro nada peor que hablar como ellos hablan para hacerme, si no querer, comprender.

Vivimos en nuestro lenguaje, esa capacidad humana que nos libra de la idiotez. Sí, idiota, en su origen, es aquel que solo se entiende a sí mismo. Y andamos siempre hablando con nosotros mismos, modulando la voz interior, su tono, sus inflexiones a nuestro antojo, sin dar explicaciones a nadie. Somos ahí dentro nosotros mismos: en aquella película, el rey que tartamudea descubre, gracias a su terapia, que hablando consigo mismo, o cuando algo provoca su ira, tiene un habla fluida, observación que le ayuda a superar sus traumas.
Y además, recurrimos a metáforas, también en la vida cotidiana, tal vez porque sabemos que nuestro pensamiento es complejo, y necesitamos símiles, imágenes, que nos ayuden a compartir nuestros sentimientos, nuestros temores, aquellos descubrimientos que el tiempo se encargará de mostrarnos como patrimonio de tantas otras personas, y que nos han de librar de la simpleza de tantos signos, emoticones los llaman, que pueblan las redes sociales, y que acabarán por castrar nuestro pensamiento.

Se habla mucho del túnel en estos tiempos difíciles. Algunos, angustiados por la estrechez del camino, otros porque aseguran que ven la luz al final y tratan de comunicar esperanza. No te fíes. Un túnel es un túnel. Y no sabes si a la salida, donde brilla la luz, nada va a ser como antes, y te la acabarán metiendo doblada. ¿Te sonríes? Lee el enlace.

3 comentarios:

  1. Esa foto sé de dónde es, y no creo que te atrevas a ir por ése tunel, anda que te lleva a un sitio que...... Por cierto, chulo el paisaje que lo rodea eh???

    ResponderEliminar
  2. Afirmativo, es elpantano de Arenoso, es la salida de arriba (debe ser el aliviadero). A partir de ahí es impresionante el río sobre todo a su paso por Montanejos, existe una presa antigua antes del pueblo muy guapa.

    ResponderEliminar