sábado, 4 de mayo de 2013

Europa, la gran avenida. Historia de una semáfora



Nunca me he desenvuelto según el año natural. Por mi trabajo, mido el tiempo por cursos, de septiembre a junio, con el verano de por medio, un cómputo que realmente afecta a mucha gente que no tiene más remedio que organizar su vida laboral y familiar alrededor del calendario escolar. Y así andamos. 


Esto explica que comience esta entrada (me veo venir que difícilmente va a tener salida) recordando que este es el tercer curso que recorro día a día, de un extremo al otro, la Avenida de Europa, junto al Polígono Sur de Teruel, que ya va adquiriendo la forma que un día dejará de ser provisional. Sí, recuerda, donde estaba el butano, pasada la granja de cerdos abandonada, con el chalé de Genoveva al fondo, de camino a la fuente de la teja. De momento, las calles ya tienen nombre (he dejado de trabajar en una parcela alfanumérica, ahora el IES Segundo de Chomón se halla en la calle Pablo Monguió, feliz coincidencia), aunque parece ser que el Ayuntamiento todavía anda en negociaciones con los propietarios para, digamos, cerrar flecos, cosas de una herencia anterior. Al tiempo, que vamos de semáforas.

Como los paseos de buena mañana, aparentemente perezosos, dan mucho de sí y se prestan a las ocurrencias fáciles (fáciles en el sentido de livianas), me ha dado por pensar ahora que las obras del segundo carril han cortado el acceso al tráfico rodado por la Avenida de Europa, precisamente, en la Europa de las dos velocidades, metáfora (en el léxico de algunos alumnos dotados de facilidad para crear palabras, semáfora) de la realidad que nos rodea. Viviendas recién terminadas, otras en construcción, avenidas rodeadas de vallas, ausencia de arbolado, solina que nos abrasa, venta y alquiler de bajos para próxima apertura de consultas médicas privadas precisamente justo frente al centro de salud, la venda antes de que aparezca la herida, negociaciones interminables con dueños de parcelas… Y un carril rápido, pero vallado, cerrado al tráfico desde hace tres cursos, junto al que se construye una nueva vía de futuro incierto, que necesariamente ha de discurrir en la misma dirección pero en sentido opuesto al que ya se construyó hace tiempo. Metáfora / semáfora de Europa, la gran avenida que vete a saber tú si arrambló o arramblará con nosotros, amenaza y vete a saber si excusa que cuadra como a martillazos un déficit que nos quiere hacer culpables, hayamos o no vivido por encima de nuestras posibilidades, se considere nuestro esfuerzo o no prescindible y que justifica decisiones que se toman en calles de nombre impronunciable perdidas en el fondo de una burocracia que no ve tu rostro. 

Avanza el paseo lento, perdido en un horizonte difícil de comprender. Al fondo, la cumbres nevadas de San Pablo y Javalambre que la última borrasca, tardía, inesperada, dejó panza arriba, y al sur el valle del Turia, camino de tierras fértiles. Pronto, para evitar la solina, habrá que ponerse una gorra. Atentos, siempre nos queda el camino de vuelta. Avenida de Europa, la semáfora. Hoy, de paseo al instituto, me han adelantado hasta los gatos: los únicos que ya han tomado posiciones entre tanta instalación provisional.

1 comentario:

  1. Y un carril bici interruptus, que no se sabe cuándo se podrá utilizar, si no lo destrozan antes los vehículos "pesados".
    Hermosa entrada, como siempre.

    ResponderEliminar