Hace un tiempo cayó en mis manos una colección de ensayos de Carmen Iglesias (No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre Historia de España) que me sorprendió. Afortunadamente, es algo que nos depara el hecho de leer un libro, por lejano que parezca su contenido. Me sorprendió (insisto en el verbo sorprender) el índice. La figura del Conde Aranda, una descripción breve de la historia de la educación en nuestro país, la evolución del concepto de familia, del papel de la mujer, la historia reciente de España… Fue llamativa la reacción que provocó el libro en la prensa en su momento, pero definitivamente parte del prólogo me animó a leer esta colección de ensayos. Inciso: me gusta escribir prólogos de libros inexistentes.
En el prólogo de Carmen Iglesias encontré una cita de Kazuo Ishiguro, escritor británico de origen japonés, autor conocido también por alguna película recomendable.
Me sorprendió que la autora se aventurara a proponer una reflexión de alguien tan lejano a la cultura y a la historia española. Una elección audaz y reveladora, muy a propósito hoy, cuando se ha anunciado que Adolfo Suárez vive sus últimas horas y se ha de hablar tanto de su vida.
Habría deseado escribir algo a propósito de Suárez, y ya andaba yo recorriendo, una vez más, los recuerdos de aquella adolescencia, cuando me han venido a la mente las palabras de Kazuo Ishiguro. Desconozco si este fragmento de una entrevista de 1997, que recoge un aparte sobre nuestra capacidad de elección, es un homenaje, una reflexión sobre lo que la generación de Adolfo Suárez llevó a cabo, o simplemente una excusa.
Qué cómodo es, tantas veces, robar palabras ajenas:
“Las personas tienden a hacer lo que la vida les deja. Todos somos empujados hacia un lado u otro por las obligaciones de los demás, o por los pequeños deberes de la sociedad en que vivimos, o por accidentes, o por lo que la vida te permite o no te permite hacer. Lo que pasa es que la vida urge. Está llena de muchas obligaciones pequeñas pero urgentes y son esas pequeñas obligaciones las que al final deciden cómo emplear la vida”Nota
El título de esta entrada está tomado del prólogo de Carmen Iglesias: Somos, en bellas palabras de Martin Buber, “miembros de una comunidad del recuerdo”
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