lunes, 6 de abril de 2009

DON DE LENGUAS



Todos tenemos en esta vida nuestras frases recurrentes.

Una de las mías, el repertorio es bien limitado, es que el inglés es una asignatura pendiente de toda una generación, aunque el ancho de banda del concepto generación es, dicho sea de paso, es tan amplio como meditadamente difuso, con el fin de abarcar cuanta más gente mejor. Y si no, que se lo pregunten a las editoriales que, inasequibles al desaliento, nos ofrecen año tras año, aprovechando los propósitos del verano o del año nuevo, sus cursos de inglés de toda la vida.

Para el común de los mortales, unos consejos:

Uno. Hacerse el ánimo.

Dos. Volver a hacerse el ánimo.

Tres. De una vez por todas, buscar una academia / persona nativa / escuela de idiomas que le garantice un aprendizaje más o menos individualizado y ajustado a sus necesidades, tiempo y demás factores que deberá considerar con objetividad. No es cuestión de machadas.

Cuatro. Volver a hacerse el ánimo.

Cinco. No vea películas en versión original todavía. Empiece por los documentales de la tele..

Seis. Repase todos los días. Estudie. Sí, estudie. Descubrirá que si estudia, “se le dará” mejor. Además, al día siguiente, aparecerá esa palabra que aprendió el día anterior, o la estructura que se le atravesaba, y cantará (una pequeña) victoria, porque verá que algo es algo.

Siete. Volver a los puntos uno y dos.

Ocho. No se preocupe por quedar mal en clase. A lo mejor quien le enseña y demás discípulos ya tienen un concepto muy bajo de usted. (Es broma: vuelva al punto cinco, y consuélese con el seis).

Nueve. Láncese a hablar. Quien le enseña se motivará porque a estas alturas él o ella habrán recurrido también a los puntos uno y dos.

Diez. Escuche la radio (hay podcasts para todos los gustos, muchas emisoras traen las noticias leídas despacio para hablantes extranjeros, y juega a su favor que usted sabe de qué van las noticias). También traen fragmentos de vídeo que están muy bien.

Estos diez mandamientos se cierran en dos: Hágase el ánimo y sea constante. Ser constante ya es un premio. Y al final se avanza.



Y ahora resulta que ningún presidente del gobierno español ha sido capaz de comunicarse en una lengua extranjera, de manera que tal carencia ha podido incluso minar nuestra capacidad de maniobra en las relaciones internacionales.

Nada peor que estar en un estrado sin saber qué decir, qué te dicen, dónde te tienes que poner, o qué hacer con las manos o con la sonrisa y la mirada, que inevitablemente se habrá de perder en el vacío.

Para ellos, unas reflexiones.

Uno. Tanto que le habrá costado llegar hasta donde está ahora, cómo es posible que todavía eche la culpa de sus limitaciones lingüísticas a factores externos (mi generación, etc.).

Dos. No me diga que no tiene tiempo. Madrugue, aproveche los viajes para llevarse a su profesor(a) de idiomas, relájese aprendiendo un idioma: cualquier avance será reconfortante, y acabará más integrado: los otros líderes no es que se lleven peor con usted. Es que no tienen nada que decirle.

Tres. Repase todos los días. No dude en aparecer en los medios haciendo sus pinitos. Quienes le critiquen lo harán por hacer la puñeta. A los demás, nos animará.

Cuatro. Anime a las televisiones a no superponer una voz en español sobre la voz original de quien habla. Los subtítulos animarán más a escuchar.

Cinco. ¿Por qué no se da una vuelta por colegios e institutos y ve la realidad de las condiciones en las que se están enseñando lenguas en este país? Con mandar inspectores no vale: les interesan más las programaciones y las estadísticas.

No le pongo más deberes porque tiene usted que cumplir los diez mandamientos del común de los mortales. Manténgame informado.


3 comentarios:

  1. ¡Pero cómo trabajas, Rafa!
    ¿De dónde es la chuleta gráfica? Una joya pedagógica.

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  2. De internet... Y debe de ser algo habitual. Leí que cuando apareció la compañía Orange, todos los empleados recibieron una pegatina para poner junto a la pantalla del ordenador con la pronunciación "oraaaanch" para evitar el descrédito corporativo. Las lenguas, un don.

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  3. ¡Qué bueno, Rafa! ha sido un placer volver a leer tus artículos después de las vacaciones.
    Pilar

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