martes, 31 de marzo de 2009

LA CARA OCULTA


Habrás observado que en algunas edificios de piedra (me viene ahora a la cabeza el castillo de Mora de Rubielos) los canteros dejaron su marca identificativa, que hacía de cada bloque que tallaban una pieza personalizada. Supongo que además de un control de calidad, se trataría de una manera de saber cuánto dinero tenía que recibir cada uno por su trabajo, en función de la productividad.
Este concepto viene a ser algo así como la trazabilidad de ahora, un anglicismo impuesto en nuestra lengua, y que da nombre a la posibilidad de rastrear el camino seguido por un producto comercial desde su origen hasta su destino final, así como el registro de todos los datos que permiten realizar dicho seguimiento. Se trata de una combinación de cifras y letras, como la que observarás en la foto de arriba.
Resulta que se parcheó la entrada al edificio del Mausoleo de los Amantes con ladrillo cara vista (el habitual en las fachadas de muchos de los edificios de la ciudad de Teurel, desconozco si el más indicado para un suelo que han de pisar, de entrada, miles de personas), y el encargado de hacerlo dejó a la vista la única cara del ladrillo que tiene que quedar oculta: la que lleva impresa la trazabilidad. Una chapucilla, tal vez, indigna de la calidad del entorno. Chapuza rastreable, en cadena.
Chapuza también el parcheado mismo. Una calle que visitan todos los visitantes de la ciudad de Teruel, y que de arriba abajo o de abajo arriba mantiene su estado lamentable, con pintadas, parches, dejadez y la imposibilidad de acceder hasta la puerta del Mausoleo en una silla de ruedas. Chapuza rastreable (trazabilidad en español correcto es rastreabilidad, según el Diccionario de Dudas), que nos muestra la cara oculta del ladrillo. La única que no se debe enseñar. Pero esta, la enseñamos.

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