El plano del centro histórico de Teruel muestra con precisión los monumentos y servicios básicos de la zona. Pero no indica dónde se encuentra quien lo consulta, así que resultará imposible utilizarlo, salvo para hacerse una idea de lo que se puede ver. Y el recién llegado preguntará al paseante "¿dónde estoy?" en vez de preguntar "¿dónde está tal cosa?".
Esta situación, otro imposible que nos rodea, me recuerda lo que le pasó a aquella persona que disfrutaba de un viaje en globo. De repente se vio rodeada por nubes que se acumularon a su alrededor hasta formar una tormenta. Se vio zarandeada por turbulencias, truenos, rayos, y demás, hasta que el mismo viento la sacó de la borrasca y por fin consiguió la visibilidad necesaria para distinguir el suelo. Ahí estaba, en medio de un prado, un hombre, descabezando una siesta.
- Eh, oiga, ¿podría decirme dónde estoy?
- ...
- Eh, oiga, ¿dónde estoy, por favor?, ando desorientada
- ...
- Eh, deje de mirarme y responda.
- mmm, a ver...en... un globo.
- ¿Es usted matemático?
- Sí, ¿cómo lo ha adivinado?
- Muy sencillo: por lo que ha tardado en responder, por lo precisa que ha sido su respuesta, ...y por lo inútil que ha sido.
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