Ramón J. Sender
El jinete y la yegua nocturna. Bajo el signo de capricornio
"Es verdad que nuestra creación (nuestra formación física) es una cadena de prodigios. Comienza por un aparente absurdo mágico. Un espermatozoo y un óvulo (uno más uno) producen no dos sino uno: un ser humano. 1+1 = 1. Y es la pura verdad. Producen una célula fertilizada. Sólo una. Pero cada día esa célula produce millones de otras unidades mientras se forma el feto. Millones. Y poco después de nacer, aquella unidad matemática tan extraña se ha convertido en más de sesenta millones de células todas iguales y todas diferentes.
Diferentes pero cooperando, que diría el pobre marido de mi ex amante.
Y tendría razón. Diferentes. Ocho semanas después de entrar el gene único en el óvulo hay millones de células hepáticas trabajando para formar el hígado, otras organizando el corazón, otras los músculos, otras la sangre o el cerebro o los huesos. Todas diferentes y todas iguales. Y cada una afanándose en lo suyo. ¿Cómo es posible que las células que comenzaron formando un órgano siempre laboren en el lugar adecuado de manera que los dientes, por ejemplo, aparezcan en la boca y no en las rodillas o en el culo?
Misterios cooperativos. A veces no puedo menos de respetar a aquel pobre hombre que repartía sus folletos por las barberías y los hoteles.
Los genes traen ya el mapa es decir el plano de lo que va a ser un ser humano: el color de los ojos, el tono de la voz, la estatura y la inteligencia. Incluso la consciencia intelectiva.
Yo sé todo eso muy bien, ahora, y no es por alabarme. Veo retrospectivamente mi propia gestación en el útero (en la matriz) de mi madre. Lo contaré brevemente, como si hubiera escrito un diario desde que entré en la matriz. Y al final haré una revelación importante, al menos para mí.
Veamos:
Julio 2.- Hoy comienza mi vida. Mis padres no lo saben todavía pero yo sí. Yo soy yo. Y voy a ser un chico. Tendré el pelo negro y los ojos castaños. Todo está ya listo en mí. Sé que me gustan las flores y que tendré muchas y que huelen bien.
Julio 19.- Algunos dicen que no soy una verdadera persona todavía, pero lo soy lo mismo que una corteza de pan puede ser pequeña pero es ya pan. La gente piensa que no soy nada sino una parte de mi madre. Tonterías.
Julio 23.- Mi boca comienza a formarse y ya la he abierto tres veces. Dentro de un año, más o menos, yo reiré y algo más tarde hablaré. Sé muy bien que la primera palabra que diré será mamá.
Julio 25.- Mi corazón ha comenzado a latir hoy, él solo. Desde ahora seguirá latiendo por diez, quince, cuarenta, ochenta años o más. Sin descansar un momento.
Agosto 2.- Crezco un poquito cada día. Mis brazos y piernas van tomando forma. Pero tendré que esperar algún tiempo hasta que mis piernas me lleven fuera de la falda de mi madre y mis brazos puedan abrazar a mi padre.
Agosto 12.- Los diez dedos comienzan a apuntar en mis manos, muy pequeñitos. Es divertido pensar que con ellos despeinaré a veces a mi madre y ella y yo reiremos.
Agosto 20.- Hasta hoy no le había dicho el médico a mi madre que yo estaba aquí, debajo de su corazón. ¡Ah, qué contenta debe de sentirse! ¿No es verdad, madre?
Agosto 25.- Mi padre y mi madre están pensando ya en el nombre que me van a poner. Yo quiero que me llamen como mi padre. Estoy creciendo deprisa y seré tan alto como él.
Septiembre 10.- Mi pelo comienza a salir. Me pregunto si será del color del pelo de mi padre o de mi madre. Aunque eso no tiene gran importancia.
Septiembre 13.- Ya casi comienzo a ver. Es oscuro alrededor, pero a veces se enciende una lucecita roja. Cuando mi mamá me haga entrar en el mundo todo será luminoso y soleado y habrá flores aquí y allá. Tengo ganas de verlas, las flores. Pero más que nada quiero verte a ti, madre. Debes de ser muy bonita.
Septiembre 24.- Me pregunto si mamá escucha el latido de mi corazón como yo oigo el de ella. Algunos chicos nacen un poco enfermos, pero mi corazón es fuerte y palpita sin parar: bom, bom, bom, bom. Vais a tener un chico fuerte y valiente, papá y mamá.
Septiembre 28.- Hoy –cosa rara- mi madre ha tratado de asesinarme, pero por fortuna o por desgracia –ahora no sé qué pensar- aquí estoy. Mareado y dolorido, es verdad. Con linfas malolientes alrededor, pero estoy todavía vivo. O esperando vivir.
Ahí acabó mi diario prenatal. La verdad es que quisieron abortarme. Matare en el útero.
No lo consiguieron."
Me parece extraño que este texto antiabortista lo haya escrito Sender, un hombre de izquierdas. Curioso.
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