Otra cosa de los paseos por la ciudad, sobre todo por la ciudad vieja. Los números de las casas nos hablan del crecimiento, planificado o improvisado, nunca lo he sabido, tampoco me veo muy capaz de entenderlo, de calles en las que solares provisionales que se hicieron definitivos se convirtieron en edificios más o menos en consonancia con el entorno.
El paseante, aburrido tal vez de hacer siempre los mismos recorridos (en invierno buscando el sol, en los días que vienen, por fin, buscando la sombra y la corriente que refresque su paso lento), encuentra por fin entretenimiento y se distrae (tiene fama de despistado, no saluda a nadie como no sea que su interlocutor se le eche encima, y no faltará quien piense que se trata de orgullo).
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